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Marcos Ripalda

De subir a la montaña me canso

Carteristas

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

—No es que me oponga a lo que usted me pide, es que lo que usted me pide es imposible, señor carterista.
El señor carterista le había birlado unos segundos antes la cartera y el reloj a este señor, pero ahora mismo está intentando devolverle a este mismo señor su cartera y su reloj, asegurándole que no ha tocado nada y que ha sido un malentendido, usted perdone. Y como este señor es un concejal —el carterista lo ha visto en su denei cuando estaba haciendo inventario del contenido del botín—, se ha dado la vuelta y le ha dicho tome usted que se le ha caído esto, pero el concejal se ha negado, ha dicho que no la coge, que eso no es suyo, vete tú a saber quién estará mirando, ha pensado, aquí, a la luz del día, sin un despacho, sin paredes que oculten la operación, y puede que me quieran meter en un lío, que ya tengo bastante con lidiar con los problemas del cortijo, digo, del ayuntamiento. El carterista, por supuesto, ha insistido. La foto del denei no dejaba dudas. El mismo pelo cobrizo corto a media melena, la mandíbula cuadrada, un lunar favorecedor en la mejilla, las patillas de bandolero y hasta la sonrisa de sí sí pero al final no, que es lo que mejor sabe hacer un concejal. Y qué estilazo se había marcado negando que la cartera fuese suya.
Así que no hay manera, señor carterista. Un profesional, vamos.
El carterista regresa a casa y se quita la máscara. Cuando pasa por delante del espejo de la habitación se lo explica todo. La negativa del concejal. Las buenas palabras. La palmadita en la espalda. Vote por mí, acuérdese. Y es que hoy te pusiste la máscara de cara de tonto y delante de un concejal para nuestra desgracia, le advierte su mujer, mientras se pone la careta de mujer fatal y le dice adiós porque lleva prisa y el taxi no espera.
Pero dónde te vas a estas horas con este calor, le pregunta el carterista. Lejos, le dice su mujer, que adopta esa pose que tanto le gusta de Lauren Bacall apoyada en el pasamanos viendo la vida pasar, pero en color, claro, que distrae, eso cree, más, y el carterista, pese a que ha arrojado la máscara de cara de tonto por el retrete, se echa en el sofá, encoge las piernas y rompe a llorar bajito.

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Responsable de Diseño en el Diario Hoy de Extremadura desde 2012. Escritor de relatos breves donde aplico la máxima de la Escuela Postirónica: "Hablar de unas cosas para decir otras" . Soy consciente de mi ignorancia.

Sobre el autor

MARCOS RIPALDA es licenciado en Periodismo, diseñador gráfico y cuentista postirónico, término que él mismo acuñó con el beneplácito de su madre. Actualmente es el responsable de Diseño del diario HOY. CARMURA LENTEJA es ilustradora.


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