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Marcos Ripalda

De subir a la montaña me canso

Los imponderables

No supo como decírselo, así que optó por omitirlo. Que su hijo estuviese ciego durante más tiempo. Decirle al amigo que no cabe la menor duda. Afrontarlo como se debe. Qué hubiese puesto aquí Cheever. No más preguntas. Un inncesario modo de operar. Argucias, estridencias para ocultarse mientras el enemigo crece por dentro. Alien. La intimidad de tu coche. Lo que hagas con tu secretaria. A quién le dejas las llaves. Similitudes con la mazorca de maíz. Periplo que no ataja, intuye. El iris de la conciencia. Escribir palabras preciosas que no dicen nada. Así empiezas. Algunos no salen de ahí o ni siquiera llegan. Sólo tienes que mirar tu móvil. Castillos de arena. Uso residencial. Apartamentos de lujo. No hace falta que seas rico. No me cuadra. Voy a dormir hasta que me des una tila. Frenopático. Envía al número que aparece en pantalla y podrás comprarte todo lo que quieras. Una boda múltiple. De color pachuli, ni te imaginas. Marmitaco. Rejuvenecer el pubis mediante una sencilla operación. También me enviaron publicidad para que el escroto sea más terso. Una barbaridad. Un caníbal psicópata puede hacerlo mucho mejor. Lo importante es que estés a la moda, que lo último que hagas sea permanecer en tu zona de confort. ¡Nada de confort, a mover el culo! Pendientes del noticiario se quemaron las pestañas. Ajenos a cuanto sucedía alrededor, murieron desinformados pero tranquilos de verdad. Todas las mentiras. Todas gratis. Contar la situación, presuponerla, hacerse el sueco, el hara-kiri para después. O bien hablar del futuro o rasgarse las vestiduras, restallar heridas, permanecer con los apósitos limpios. Y ahora Ben Hur, cuádrigas, innecesario remake, entretenido divertimento que le da una hostia como un pan a las previsiones de taquilla. Eres irrelevante, desconectas, no voy a entregarte mi alma, Fausto lo serás tú, mejor manejar lo poco que tienes. Hippies. Crispis. Probablemente sepan igual. A lo mejor no hay forma de hacértelo ver. O a lo mejor sí y tenemos que abortar la misión. Lo que faltaba. Periplo de muchos años contaminando el cerebro con lugares comunes, ciertos aromas sospechosos, actividades fuera del horario, principalmente porque eres idiota y te mereces todo lo que te pase. Poder para el pueblo. No se lo daría. En una sociedad democrática las desigualdades son sospechosas. Ponte el abrigo de amianto y cómete este regaliz de lagarto y si hubiera dragones podríamos asar uno y decir, a poco que nos pusiéramos de acuerdo, que la carne estaba sabrosa y que te hacía vomitar fuego si comías demasiado. Dragones en forma de cenicero, ceniceros en forma de alpargatas, alpargatas con forma de pie, pies que son manos. Que te creías tú que esto te iba a salir por la patilla. Carne chamuscada. Hombrecillos grises apuntando a la lata, escupiendo sobre la inalterable recompensa de perder el tiempo más que el compañero. Afeitarse la cabeza, desmadrarse entre algodones de azúcar. La sal del Himalaya sala como una sal que no sea del Himalaya. El sodio es veneno. Jugamos a la ruleta rusa, comparamos las 9mm y después disparamos en fila india hasta que se nos acaban las municiones. Hasta luego sin decirte hola, cambiar los calcetines de cajón y el cajón de edificio y luego volar por los aires el edificio. Los pìes secos. En cuanto eres consciente de que tu escritura automática no es tal, empiezas a narrar lo que haces, escribes de lo que escribirías si escribieses, algo que por lo visto dejó escrito Duras y que Vila-Matas repite en un sinfín de lugares de su literatura. No es este lugar para las quejas, pero le diré algo que no sabría (ni yo), si no hubiera sido porque pegué la oreja donde nadie lo hizo antes que yo. Queda poco tiempo para explicar lo que sucedió, queda poco espacio para ubicar estas nuevas necesidades, queda apenas sitio para un deseo insatisfecho, otro más, y algunos huecos para meter la pata o que la metan otros, la pata desquiciada, desquiciante, la pata. La calle está ahí mismo, sólo tienes que acercarte, pisarla, bajar el pie, disponerte a andar, no pensarlo demasiado, la calle no se va a ir, se parece a otra calle, incluso te diría que es igual que una calle, sí, aquella calle, la calle que se parece a esta otra. Y el aroma artificial tan realista de las flores de plomo dispuestas en el jarrón de porcelana fina. Stand By Me Now. Cómo hemos llegado acá. No tiene sentido pensar en entidades que nos superan en todo. Ellos son más inteligentes, más fuertes. La capacidad lleva aparejada una responsabilidad. Remolinos de agua en el desagüe y boca abajo porque estamos en la otra punta del mundo y nos vemos los pies los unos a los otros. Carpas multicolores se lanzan coletazos de emoción cuando el pescador muere de un infarto tratando de zafarse de la boca de un tiburón amarillo. Vamos a ver. El abogado le dice al perito que en el informe del aparejador ha detectado algunas lagunas clave que hacen entendible e, incluso, criticable sus argumentaciones. Hay que hacer que no se entienda nada, por supuesto, que no se pueda recurrir porque no se sabe que se puede recurrir. Al hacerlo ininteligible es imposible que podamos explicarlo porque tampoco nosotros lo entendemos ni nuestros técnicos ni nuestros miles de alumnos matriculados en Estudios Avanzados e Imprecaciones Varias. Es fácil mantenerse en forma si lo has hecho los últimos treinta años. Por costumbre, más que nada. En las regiones que compiten por abarcar tu alma he hallado cadáveres de sueños posibles y hasta algún aviador con cuerpo de lechuga. Te dicen escribe sobre lo que conozcas, déjate de florituras, di lo que tengas que decir de la manera más simple. Estos consejos me llevaron a un lugar diferente del que estaba, cierto, a una escritura nada preciosista, una escritura con muchos huecos y pocos músculos que la sostengan. No quiero repetirme. Cambiar. Quitas la primera palabra y te quedas con la segunda. Luego, la vuelves a poner cuando haces las correcciones. No hay que fiarse de lo primero que sale, hay que pulir, pero, a veces, no demasiado, cierto; si nos pasamos, le quitamos la sustancia; si podamos poco, nos van a salir ramas por todas partes, ramas innecesarias que no dejan ver la escritura. Yo he estado muchas veces en muchos sitios a la vez. Siempre he querido comunicarte el pensamiento pero las palabras eran, son herramientas imprecisas. Deberían existir lectores de corazón, de cerebros, una ósmosis que deje pasar el pensamiento y así acertar de pleno y hallarnos en la recompensa de entendernos, por fin. No quiero superpoderes, te quiero a ti. He mirado todas las fotos que he hecho estos últimos veintiseis años y he encontrado alguna en la que aparecía yo. Supongo que la timidez me condenó a estar detrás del objetivo. Tengo pocas fotos de mí mismo. No es que tenga especial interés en recordarme. Voy a perderme en alguna isla perdida. Soñaré que me gusta el té. Beberé batidos de frutas y jengibre. Me haré macrobiótico y desayunaré quinoa con frambuesas con algún documental sobre hábitos sanos que agotarán la paciencia de la persona que soy y no de la que veo en esas pocas fotos. El caso es que nos vamos acercando al mutuo entendimiento. Mañana obraremos de otro modo, necesitaremos adecentar un poco la habitación donde trastabillamos y reímos como idiotas. En Nueva York hace frío en invierno y en verano te asas. No te lo discuto. El mundo es un lugar muy grande. La deuda contraída no es reembolsable y sí cada vez más impagable y reconvertible en nuevos y sucesivos dolores de jeta. Bolindres. Esta palabra me acerca a mi infancia, me hace recordar el olor del arroz con habas y tomate de mi abuela, una comida que no he vuelto a probar en veinticinco años y que me apetece una barbaridad ahora. Tengo fotos que demuestran los cambios que hay debajo de esa mesa de ahí. Las cortezas, las pelusas, las uñas mordidas, una moneda, nada serio. Tras escuchar al siempre sorprendente Eels y un disco narcotizante más de lo habitual de Low, no tengo ni idea de qué estoy escuchando ahora, pero me gusta. Creo que me he pasado a Arab Strap. Me gustan, los tenía un poco olvidados. Mezcla de música militar, spoken word y moderneces slowcore con violines y algunos ruiditos digitales. Al final, siempre me descubro tarareando una canción y tú, por supuesto, en Marte.

Temas

Responsable de Diseño en el Diario Hoy de Extremadura desde 2012. Escritor de relatos breves donde aplico la máxima de la Escuela Postirónica: "Hablar de unas cosas para decir otras" . Soy consciente de mi ignorancia.

Sobre el autor

MARCOS RIPALDA es licenciado en Periodismo, diseñador gráfico y cuentista postirónico, término que él mismo acuñó con el beneplácito de su madre. Actualmente es el responsable de Diseño del diario HOY. CARMURA LENTEJA es ilustradora.


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