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Marcos Ripalda

De subir a la montaña me canso

La voluntad en cueros

cueros

La mujer con serios problemas de alcoholismo profesa una extraña fascinación por el hombre que corre desnudo por el parque de La Encarnación de cinco a seis de la tarde. Esta fascinación no hubiera llegado a ser tal si en ese intervalo de una hora, la mujer con serios problemas de alcoholismo no se empeñara en salir a por el pan, como lleva haciendo desde hace unos días, pues siempre tiene que volverse sin él porque se le cruza este hombre desnudo que corre siempre a la misma hora por el parque de La Encarnación e, inevitablemente, desandar los pocos metros conquistados a la acera para encerrarse, una vez más, en su piso, justo ahora que estaba decidida a atajar su serio problema de alcoholismo mojando pan de pueblo del de verdad en la salsa de oporto del pato al oporto, obviamente, que se había preparado mientras ingería media botella de orujo y dos caipiriñas y que, a pesar de haberse quemado ligeramente —como se puede comprobar a poco que se rasque el fondo de la cacerola y, más que nada, por el tufillo a quemado que desprende—, es perfectamente comestible, y la mujer con serios problemas de alcoholismo, a causa de la extraña fascinación que profesa por el hombre que corre desnudo, se despide, una vez más, adiós muy buenas, de la voluntad justa que le permitió abrir el pestillo y salir a la calle a por el pan de pueblo que nunca ha conseguido comprar. Por eso ya está abriendo, con las prisas y el pulso panderetero que la ansiedad le permite, la útima garrafa de licor de endrinas casero que tiene reservada para un nuevo día que, por supuesto, no llega, y, mientras se va echando dos hielitos en el vaso —en esto pone sus cinco sentidos a trabajar como si arreglase las tripas de un reloj—, aguza el oído, que lo tiene muy fino, para oír como dan las seis en la iglesia y al guarda del parque que ya está gritándole al hombre que corre desnudo, tras su siesta —la del guarda, se entiende—, que dónde va hombre de Dios, joder, todos los días igual, venga para acá, tarado, y tápese, y, sí, puntuales también las sirenas de la ambulancia y los enfermeros cargando sus pistolas de rayos láser para derribar al hombre que corre desnudo por el parque de La Encarnación de cinco a seis de la tarde, y es que está huyendo del notario, eso cree el hombre, el notario que le quiere hacer firmar los papeles del divorcio, los de la hipoteca, los de una Smart TV con pantalla curva de 65 pulgadas, los de una camisa de manga corta que aún no estrenó… ¡Como para no correr, carajo!

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Responsable de Diseño en el Diario Hoy de Extremadura desde 2012. Escritor de relatos breves donde aplico la máxima de la Escuela Postirónica: "Hablar de unas cosas para decir otras" . Soy consciente de mi ignorancia.

Sobre el autor

MARCOS RIPALDA es licenciado en Periodismo, diseñador gráfico y cuentista postirónico, término que él mismo acuñó con el beneplácito de su madre. Actualmente es el responsable de Diseño del diario HOY. CARMURA LENTEJA es ilustradora.


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