El basurero que se creía con total libertad para reciclar vidrio decide un buen día que ya es hora de reciclar papel, así que sustituye un reciclado por otro y es despedido en el acto, a pesar de que ha argumentado por activa y por pasiva que le es humanamente imposible partirse en dos, aunque quisiera, conste, para contentar, por ejemplo, en la medida de lo posible, a su amante, sin menoscabo, por supuesto, de su relación con la que es su esposa, que además no falta nunca a la misa de los domingos, ahí la maten, reciclando mentalmente, supone el basurero, pecados menores y mayores que serán perdonados a base de hostias y rellenarán ese olvido tan concurrido y crujiente como una hogaza de pan recién hecha.