Te voy a decir una cosa, Toñi, a mi no me la vuelven a liar en la tienda. Que si centrifugadora que no te arruga los trajes, que si lavadora de carga máxima para hacer la colada de una sola vez, que si teléfono de última generación y, claro, todo por la nubes, madre mía, cómo está todo, ¿pero tú sabes lo que cuesta cada aparatito, Toñi? ¡Y qué poca cosa éramos a ojos del vendedor! Solo nos ofreció una tarifa plana para el último grito en smartphones con el regalo (para los primeros 15 millones de clientes) de una aplicación gratuita el primer nanosegundo que te permite jugar al hundir la flota desde la bañera mientras se te ablandan los mejillones adheridos a las uñas de los pies. ¡Y nada de cupones descuento para chatear tres palabras mal escritas y un signo 🙂 con tu cantante preferido o para hacerse una depilación brasileña en las ingles en la media hora que tenemos todos para tomarnos el cafecito de media mañana! ¡Qué desfachatez, Toñi! Te aviso, Toñi, que estás muy pesadita hoy, por cierto, que esto ya pasa de castaño oscuro, así que vete poniendo el abrigo que nos vamos al duty free del aeropuerto a ver si arramplamos con alguna ganga indolora. Y por el camino, Toñi, me vas leyendo otra vez lo del adolescente que pidió que lo incinerasen con su tostadora. No me extraña, Toñi, si le hacía buenas tostadas. Además, cuenta la periodista, el adolescente acercaba las manitas a la tostadora para calentárselas, pues la madre, al parecer, prefería no encender la calefacción aunque hubiera carámbanos colgando de los grifos de los sanitarios, pues, arguye la susodicha, cuesta un pico, oye, la calefacción, y no renunció, por supuesto, a comprarse un coche nuevecito donde pasear a los niños monísimos hasta la puerta del cole aparente qué dirá la gente. Ay, Toñi, ¡qué mujer tan responsable!, ¡qué orgullosa se debe sentir! La madre a lo suyo, pensando en sus cosas, en si misma, en el más allá, qué nos queda. A esta madre, Toñi, a esta es a quien tenemos que seguir en twitter, que seguro que tiene multitud de consejos interesantísimos para parecer lo que todos esperan y no perecer en el intento. Ay, Toñi, mira a ver si tengo un trozo de brownie entre los dientes. No soportaría entrar en el duty free pareciendo una cualquiera. Como tú, Toñi, efectivamente, como tú.
[Este relato, a diferencia de sus predecesores, ha sido escrito a partir de la ilustración de David Delgado.]