>

Blogs

Marcos Ripalda

De subir a la montaña me canso

El marchante y el niño

Conversación frente al cuadro de un tontolaba a secas con un tontolaba escéptico.

-Es una monstruosidad, querido, un intento de crear una obra de arte a partir de referentes tan manidos como Picasso o Dalí. ¿Para cuándo algo original? Que se vea que no hay referentes. O-ri-gi-na-li-dad. ¿Me sigues?
-Sí, el arte es aquello que se expone. Vale, tú haces arte, pero si nadie lo ve, lo valora, lo tasa, le pone el códigio de barras, tu arte no existe para los demás. Un pintor desconocido es un pintor que no existe. Se lo puede repetir todas las veces que quiera frente al espejo. Pero hasta que no llego yo y le digo eres tal o cual, no hay tu tía.

Así que, obviando lo anterior, y partiendo de este dibujo de David Delgado, escribo este relato.

Bartolomé vive en un cuadro desde que tenía cuatro años. No sabe cómo acabó en el cuadro pero el hecho es que está en él. Vive entre minotauros, escaleras que no van a ningún sitio, criaturas fantásticas, candelabros, paredes derruidas y un sinfín de objetos surrealistas que ya no le dan miedo.
Cuando sus padres se detienen a contemplar el cuadro piensan que es interesante y que se conjugan bien los elementos, pero no lo pondrían en el salón de nadie.
Los padres alimentan con acuarelas al niño. Una pincelada en la esquina inferior derecha le basta para alimentarse un mes, así que la mancha va haciéndose cada vez más pequeña hasta que casi desaparece.
El niño disfruta sobre todo con los magentas y las tonalidades celestes, pero nada de esto puede comunicarlo a sus padres.
El cuadro no cambia a excepción de esa pincelada en la esquina inferior derecha que va desapareciendo conforme el niño come.
Los padres llevan unos días valorando la oferta de un marchante que les da una cantidad exagerada de dinero por el cuadro. El marchante, por supuesto, desconoce que un niño vive en el cuadro y el niño, por su parte, no tiene intención de salir porque sabe que las escaleras no van a ninguna parte; si acaso, se asoma a una ventana y observa una vasta extensión de tierra desolada hasta que se aburre y vuelve con sus animales. Además, puertas, que el niño sepa, no ha visto ninguna.
En su decimo tercer cumpleaños, los padres del niño deciden, acuciados por la crisis económica que ha provocado el despido objetivo de la madre y que el padre tenga que doblar el turno muchos días sin previo aviso, aceptar la oferta del marchante que, por supuesto, es ahora de mucha menor cuantía que cuando las cosas iban bien y vivían por encima de sus posibilidades. Y aunque los padres saben que la cantidad que recibirán no les solucionará vida, será un parche que evitará males mayores. Además, piensan los padres, al niño nunca lo ven, y si le entra hambre que se coma a una abominación, que hay muchas .

Temas

Responsable de Diseño en el Diario Hoy de Extremadura desde 2012. Escritor de relatos breves donde aplico la máxima de la Escuela Postirónica: "Hablar de unas cosas para decir otras" . Soy consciente de mi ignorancia.

Sobre el autor

MARCOS RIPALDA es licenciado en Periodismo, diseñador gráfico y cuentista postirónico, término que él mismo acuñó con el beneplácito de su madre. Actualmente es el responsable de Diseño del diario HOY. CARMURA LENTEJA es ilustradora.


julio 2012
MTWTFSS
      1
2345678
9101112131415
16171819202122
23242526272829
3031