>

Blogs

Marcos Ripalda

De subir a la montaña me canso

El atajo

Resistes como puedes la rutina del día a día, haces planes para el verano y luego no te salen. Eso le pasó a un amigo nuestro, Ramón.
Cierto que era un enteradillo y cierto también que siempre creía estar en posesión de la verdad, pero aun siendo insoportable, en ocasiones tenías que ceder ante sus brillantes razonamientos, lo que no quería decir que no lo quisieras un poquito, pese a sus defectos y a su falta total de tacto, pese a sus innumerables desplantes, pese a sus repentinos cambios de humor, pese a su falta de higiene dental y sus manitas de cerdo, pese a todo, hasta se le podía tolerar, sí, siempre que no se pusiese en plan sabelotodo contigo, que lo mismo te aconsejaba cómo tenías que alicatar un baño que te decía que a él las bombillas de bajo consumo le salían por mucho menos en una tienda dos calles más allá y que eras, aunque no te lo decía directamente, un gilipollas que se había gastado demasiado en unas estanterías que no soportarían el peso de tu madre partido por la hipotenusa de la castración o que te podías haber ahorrado un pico en la pintura o que su coche consumía menos a una velocidad constante o que se había descargado el mejor programa para bajarse películas gratis y tú, claro, estabas pagando por todo y sin necesidad, que había que ser tonto.
Hasta aquí, lo normal.
Y llegó el verano.
Y a Ramón le dio por meterse en berenjenales para los que se creía capacitado. Los viajes exóticos eran su asignatura pendiente y Ramón consultó en la agencia de su barrio que lo remitió a una agencia especializada en “multiaventuras”, término que a Ramón le sonó lo suficientemente arriesgado sin dar la espalda a las comodidades del mundo civilizado. Se tenía en tal alta estima nuestro amigo Ramón, pese a su sudoración excesiva y a su tripa de tambor, que no lo vio venir, tan extasiado como estaba ante la contemplación de una menor que le masajeaba los muslos con aceite de sésamo o semillas de amapola o kriptonita en rama, que a Ramón, por supuesto, llegado el momento, se la traía al fresco. Así que, pese a la loncha de mortadela que se le estaba formando en la coronilla y que dejaba ver el cartón, pese a su desinterés por la lectura que no apareciese en la lista de lo más leído/lo más vendido, la música secular o las películas en que no hubiera vísceras, acción desenfrenada y tías buenas con metralleta, cuchillos y todo tipo de armamento de última generación y, sobre todo, pese a su falta de desparpajo al caminar, se dejó querer (quiso creer, y creyó, lo que le perdió) por aquellos dedos mágicos que le acariciaban los muslos y que ya subían despacio al encuentro de su posesión más preciada.
Si Ramón hubiese leído el folleto con el mismo detenimiento con que nos leía la cartilla para indicarnos tal o cual defecto, se hubiera dado cuenta de que al tomar aquel desvío no estaba ahorrándose cero coma seis kilómetros. Pero a ver quién era el guapo que se lo rebatía.

Temas

Responsable de Diseño en el Diario Hoy de Extremadura desde 2012. Escritor de relatos breves donde aplico la máxima de la Escuela Postirónica: "Hablar de unas cosas para decir otras" . Soy consciente de mi ignorancia.

Sobre el autor

MARCOS RIPALDA es licenciado en Periodismo, diseñador gráfico y cuentista postirónico, término que él mismo acuñó con el beneplácito de su madre. Actualmente es el responsable de Diseño del diario HOY. CARMURA LENTEJA es ilustradora.


agosto 2012
MTWTFSS
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
2728293031