Pudieron socorrerle porque estaban de paseo y tenían los audífonos con las pilas nuevas recién colocadas. No todos los que paseaban lo hicieron, aunque se desconoce si por desinterés o por sordera.
El hombre estaba colgado cabeza abajo y trataba de zafarse de unas esposas. Sus gritos de auxilio eran conmovedores, según los testigos y las testigas, a pesar de la capucha que le cubría la cara y que le hacía sudar como un puerco, símil que el propio afectado corroboró minutos después con la agente Mari Luz.
En la rueda de prensa para explicar el incidente, el mago ha prometido no volver a intentar el número del escapista y ha anunciado que está preparando un número de cartas. Confiesa a los escasos periodistas que ni siquiera se atreve ya con los conejos que le ponen el sombrero de copa todo perdido.