Renovarse o morir. Esto nos lo suelta la pija farandulera que nos atosiga cada dos por tres porque es la que manda, la que pone los puntos sobre las ies, la que dice la última palabra y siempre se atribuye toda la razón y ni una mijita para los demás. Nosotros, por supuesto, tomamos nota de sus indicaciones, sus reproches, sus sugerencias, sus malentendidos y sus imposibles e, inmediatamente, los olvidamos. Ella, con sus trapitos y sus caprichos vintage, como el nuevo automóvil color beige lavado, o sea, blanco, que aparcó esta mañana en su plaza reservada, puede presumir siempre que abre la boca. Renovarse o morir. Algunos se lo están pensando muy seriamente. Lo de renovarse o morir. Y teniendo en cuenta los posibles de cada cual, expresión que acuñó el pobre Zacarías, que en paz descanse, les convence más lo segundo.