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Marcos Ripalda

De subir a la montaña me canso

Egotrip

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El héroe del ego, Conegoman, se enfrenta esta noche sin estrellas ni previsión de lluvias, a su archienemigo, el villano del ego, Sinegoman.
Las apuestas se decantan por la victoria de Sinegoman por KO, más que nada porque como carece de ego, no hay forma de dañarle emocionalmente, y Conegoman es bastante enclenque como para alzarse con la victoria a fuerza de puñetazos, patadas, mordiscos y llaves de judo. Además, Sinegoman tiene preparada incluso una lista de insultos que probablemente harán mella en el sobrevalorado ego de Conegoman —aunque sus partidarios están convencidos de que no le hará falta tirar de ella para la victoria—, al que, por cierto, le gusta la cocina mediterránea, las meriendas en el campo y una mantita para el fornicio por lo que pueda pasar entre los postres y la vuelta a casa. Así de subidito tiene el ego, Conegoman.
A pesar de todo, es justo reconocer que Conegoman es un buen orador, aunque a Sinegoman jamás le ha preocupado esta habilidad de comer la oreja de Conegoman porque, al carecer de ego, tampoco necesita que lo adulen —es escéptico en grado superlativo—, y nada puede rellenar ese vacío de ego con el que nació una mañana de diciembre zarandeado por un señor que era médico y además padre de un mozalbete que llegaría a alcalde de una pedanía sin importancia y del que, por supuesto, nunca más se supo.
La rivalidad entre ambos es bien conocida por el pueblo soberano. Y hoy el pueblo quiere que se insulten, que se escupan, que se peguen de una puta vez.
Sin embargo, a pesar de lo que clama el pueblo soberano, ninguno de los contendientes se atreve a tomar la iniciativa, dar el primer paso, golpear con saña.
Hay una multitud que grita Olé por Conegoman, qué huevazos tiene, y otra multitud similar en tamaño, aunque más ruidosa y pendenciera, corea Este Sinegoman se va a merendar al tirillas.
Pasan cinco mil seiscientos setenta y tres millones de años.
Conegoman da un paso al frente y dice que se ha levantado un airecito muy agradable y en el ble que se confunde con un blu, Sinegoman le revienta los morros de una hostia que despeina hasta a ese señor con bigote y gomina que se quedó expectante, y ahí sigue.
No hay una multitud encolerizada que aplauda ni que aulle ni que se rasgue las vestiduras ni que coree el nombre del vencedor.
Sinegoman se pasa la mano por la cabeza y se toca un bulto en la nuca que parece una pelota de pinpón. Luego se baja del cuadrilátero y se aleja, mientras Conegoman se incorpora como puede, escupiendo algunos dientes y parte de la lengua. Por nada del mundo querría que le diesen otra bofetada de tal calibre, así que se va arrastrando cual culebrilla hasta una esquina del cuadrilátero y allí expira mientras el planeta Tierra, indiferente, gira y gira y gira.

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Responsable de Diseño en el Diario Hoy de Extremadura desde 2012. Escritor de relatos breves donde aplico la máxima de la Escuela Postirónica: "Hablar de unas cosas para decir otras" . Soy consciente de mi ignorancia.

Sobre el autor

MARCOS RIPALDA es licenciado en Periodismo, diseñador gráfico y cuentista postirónico, término que él mismo acuñó con el beneplácito de su madre. Actualmente es el responsable de Diseño del diario HOY. CARMURA LENTEJA es ilustradora.


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