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Asociación de Filósofos Extremeños

Más allá de la noticia

Religión

Los creyentes más ‘pulidos’ (con influencia de la Filosofía Clásica, del Renacimiento y la Ilustración) suelen admitir que se pueden ‘criticar’ (hablar de) cualesquiera dioses en que crea cualquiera, pero ‘con respeto’ (?).

Es curioso comprobar cómo las relaciones humanas  ‘culturalmente’ conflictivas lo suelen ser por causa de la religión, la economía o la nación (racismo, ‘familia’), pero la religión suele estar presente en todos estos apartados.

Parece evidente que ciertos ‘contenidos’ de las religiones pueden ser eticológicamente aceptables, tales como fiestas (romerías), ritos (música, vestimenta) e incluso algunos mandatos de sus morales (ama al prójimo). Pero lo son no por ser religiosos, sino por sí mismos (razonables, sensatos).

Yo trato con el mismo respeto  a Zeus que a Alá, a Cristo que a Buda, a Yahvé que a Dios. Y no acepto que alguien me reproche que hable de su dios, alegando que ‘su’ religión le prohíbe nombrarlo. Tiene que entender que tal prohibición afecta solamente a quienes profesan esa creencia. Si no quieren que nadie más hable, que lo tengan en secreto.  Otra cosa es el insulto, que nunca está permitido. Pero hay quien se da por insultado cuando los comentarios incluyen crítica, valoración o cierta ironía.

Por otra parte, está claro que muchos dioses son representaciones idealizadas de los reyes. De hecho el Cristianismo recurre al término ‘rey’ con mucha frecuencia para referirse a Dios. El mismo Cristo fue INRI. Los residuos monárquicos europeos conservan casi todos los matices religiosos que se les quiera atribuir, rodeados de ceremonias y referencias cuasi divinas, como si la felicidad de sus súbditos tuviera algo que ver con sus favores.

Pero no se trata, sin más, de eliminar las manifestaciones religiosas, sino de situarlas en su justo ámbito. Así como Cristo echó del Templo a los mercaderes, también es lógico echar a dios de las aulas, de los ayuntamientos, de los juzgados, etc. No me refiero, como es lógico, a cualesquiera objetos que, tradicionalmente, ocupen un espacio sólo por tradición o por su valor artístico, sino a que no deben ser utilizados para justificar decisiones educativas, políticas o jurídicas. Y no estaría de más intentar que dichas manifestaciones fueran ‘purificadas’ de aquellos elementos que puedan ser provocativos o belicosos.

Se pueden mantener las religiones con tal que se liberen de dioses ‘verdaderos’ (la verdad ‘revelada’ es una) y ‘excluyentes’ (‘no adorarás a otro dios más que a mí’), de ciertos dogmas absurdos (qué más da uno que tres) y de algunas morales irracionales (la virginidad es una virtud).

Según los sabios etimólogos, la palabra Religión proviene del verbo latino ‘relégere’ (recoger, revisar, releer, repasar), lo que significa expresar la exigencia de hacer las cosas con seriedad y responsabilidad, sin referirse, por tanto, solamente a cuestiones religiosas. Pero la tradición teológica cristiana ha preferido optar por que la palabra Religión deriva del verbo latino ‘religare’ (atar, sujetar, someter, unir). Por consiguiente, la acción de recolectar, implica valorar, seleccionar y cultivar. Mientras que la acción de ‘religar’ lleva consigo ligar una y otra vez. Lo que en principio no suena mal. Pero tener que hacerlo por imposición y con la misma persona produce peor sensación, incluso cuando la persona es de ‘tres’ maneras distintas, aunque inseparables.

¡Tranquilidad! Los misterios casi siempre son sugerentes, y a veces no son tan complicados. El de la trinidad, por ejemplo, se explica con una simple multiplicación: 1x1x1 = 1.

 

Por Juan Verde Asorey

 

Blog de Filosofía - Comunidad Hoy.es

Sobre el autor

Desde la AFEx queremos que la actividad filosófica llegue no solamente a alumnos y profesores, sino también a la sociedad en general. La Filosofía es el instrumento intelectual que sirve para analizar y valorar los hechos humanos y las conductas. La Filosofía, como expresión crítica de la conciencia de su época, tiene que ejercer, sin dejar la ironía y el humor, la función del 'tábano' socrático para espabilar, despertar y espolear a la sociedad.


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