“Procura instruirte mientras vivas; no creas que la vejez trae consigo la razón”
(Solón)
Parto del consejo de Solón, pero no porque sea uno de los Sietes Sabios (Cleóbulo de Lindos, Quilón de Esparta, Bías de Priene, Tales de Mileto, Pítaco de Mitilene, Periandro de Corinto, y Solón de Atenas), sino porque me lo encuentro escrito en un sobrecito de azúcar (sí, de esos sobrecitos que te dan para el café; sí, esa azúcar blanquilla y refinada tan denostada hoy día, y no sin razón) donde habitualmente tomo café.
Y me sorprende (“el rayo del momento”) por varias cuestiones: por ser un consejo; por hablar de la instrucción (quizás otra traducción se hubiera inclinado por educación); por la relación entre el tiempo – vejez – y el raciocinio; por lo que deja al margen, por lo que no dice.
¿Por qué un consejo?
De un tiempo acá, parece que no está bien visto dar consejos. O al menos se advierte en el lenguaje cotidiano: ´yo te lo doy, luego tú haz lo que quieras´, etc. El refranero, tan de consejos, muestra su cara ambivalente: “consejo no pedido, consejo no oído”; “con meros consejos, no se va muy lejos”, pero también “el que escucha consejo, llega a viejo”, son algunos ejemplos.
Por cierto, a la palabra, al sustantivo: “consejo” viene del latín, consilium (deliberación, consulta, debate en una asamblea) y este del verbo consulere (deliberar conjuntamente, consultar, pedir asesoramiento, ser experimentado y juzgar bien). De aquí, varias palabras de su familia: cónsul (célebre cargo en Roma); mas a mí me resultan atractivas dos, en especial: consulto – experto en un campo, docto, sabio – y consultorio – lugar donde la gente va para pedir consejos – , tan familiar, tan de andar por casa.
Y decía que no está bien visto, pero no ha sido así siempre. Desde antiguo han existido los Consejos, incluso permiten ganarse muy bien la vida: Consejo de Ancianos, Consejo de Administración, Consejo de Estado, Consejerías (estas no solo dan consejos,…) Cabe aquí recordar el “Consejo Nocturno”, (que aparece en Las Leyes de Platón, cuando habla de Magnesia) del cual formaban parte los filósofos, encargado de elaborar las leyes y asesorar a los gobernantes, cuyo cargo será temporal.
Volviendo a Solón, el consejo dista mucho del dogma, pero también de la ley. Es un territorio que quizá haya que volver a retomar y a explorar, pues nos devuelve a la filosofía: reflexionar sopesando, tomar resoluciones o medidas, y sobre todo, velar por los intereses de las personas.
Por Carlos J. Lozano Palacios