La ciencia, y en este caso la arqueología forense, desmiente empíricamente el negacionismo, esa «distorsión ilegítima del registro histórico» (v. Wikipedia).
Por si alguien daba todavía crédito a esa distorsión espuria que, mezcla de ignorancia y de abyección moral, se empecina en negar el Holocausto sobre la supuesta base de falta de evidencias físicas de cámaras de gas y fosas comunes, ahí están las últimas investigaciones sobre el campo de exterminio de Treblinka. La masacre masiva de judíos y gitanos revelada por los mapas computarizados, fotografías aéreas, sistemas de GPS y georradares empleados por un equipo de la Universidad de Staffordshire.
El descubrimiento, por sabido, no puede ser más macabro. Durante los 24 meses que funcionó (1942-1943), en este campo de exterminio polaco se asesinó a casi un millón de víctimas.
Por Guillermo da Costa Palacios