Cuando robaron el cuartel de Bótoa, en Badajoz, arrestaron a un soldado y a un cabo. Ahora que tienen que decidir el criterio para apellidar a los recién nacidos, cualquier decisión hubiera sido polémica. Los dirigentes se lavan las manos dejando la responsabilidad al de abajo, al oficinista que apunta el nombre. Quizás la solución a la crisis sea esa. Ya que los gobiernos no son capaces de sacarnos del pozo y cada vez hay más parados, que se sustituyan asesores, directores generales y subdirectores por bedeles, ordenanzas, auxiliares administrativos, soldados y cabos. Saldrían mucho más baratos y quien sabe si, tacita a tacita…