Es temprano. Empieza a hacer calor. Es buen momento para ir en bicicleta porque cualquier momento es bueno para montar en bicicleta. Como todos los días festivo paso por la avenida de Elvas dándole a los pedales en esta mañana que empieza a desperezarse entre el joven trasnochador y el carroza deportista de edad similar a Sabina. Hoy, es diferente al resto del año, estamos en la penúltima semana de junio. Ha empezado la feria.En la tarde de ayer vi a jóvenes, que vestidos con sus mejores galas, calzoncillos de colorines que sobresalen de unos pantalones caídos, camisetas rotas, zapatos de tacón y ombligos al aire, pasaban dejando un rastro de perfume con el olor intenso del deseo juvenil por la avenida de Elvas,la misma avenida, que el resto del año, huele a linimentos de ciclistas y corredores tomando dosis de placer endorfínico que produce el esfuerzo deportivo. Hoy por la mañana, los jóvenes caminan dirección a casa. Ellas con los zapatos de tacón,que sirvieron la noche anterior para embellecer un cuerpo que ya es bello por su juventud,en la mano. Ellos con la camiseta quitada. Todos derrotado después de una intensa noche de música y alcohol. Cuerpos que se sostienen gracias al bamboleo de andares cansino y parsimonioso apoyados en unas piernas que responden a la energía intacta de los pocos años.Se llaman unos a otros socios y colegas ahora que ha perdido valor la palabra camarada. Entro en el recinto ferial con la bici mientras oigo una sirena de Cruz Roja.Este año algo ha cambiado, y no solo porque los populares gobiernen extremadura. si no, porque además de los llamativos uniformes de municipales, policías,cruz roja,guardias jurados y protección civil, se ven a grupos de hombres y mujeres de verde que limpian y arreglan los desperfectos de una noche larga que dura desde la luna hasta el sol. Todavía no hemos desarrollado la educación civica y seguimos tirando las cosas al suelo. A la altura de las casetas, un grupo, bailan con movimientos eléctrico al ritmo que marca los potentes altavoces de un coche tuneado desde donde grita Lady Gaga. Desde todo el ferial y muchos sitios de Badajoz se ve la noria verde gigante que no para de girar como si fuese una de las ruedas de la fortuna.Al final del recorrido se amontonan camiones de feriantes, casas andantes habitadas por propietarios de tómbolas y cacharritos. esos que viven la aventura de llevar la casa a cuesta por todos los recintos feriales de España. En la entrada de Lusiberia, sembradas en el asfalto, emergen tiendas de campaña donde unos hombres altos, delgados de piel muy negra guardan su mercancía: pendientes,elefantes de madera, mochilas, relojes y mil cosas más que intentan vender en la feria.eludiendo a la policía. A lo lejos se oye la música de Camela que como un flautista de Hamelin nos guía hasta el lugar que ocupan los coches chocantes, la caseta del pp es una de las más lujosas. La de izquierda unida es más sobrias, el año próximo, una le dará lujo a la otra, o quizás la del pp se transforme en austera,aunque no creo porque estas cosas igualan por arriba y no por abajo. Algunos, derrotados, se suben a los taxis cuando todavía no se han bajado de la nube. De regreso casa. Montado en mi bicicleta veo, a mitad de la avenida, a unos camareros que ayer servían a un público de brillantina y largas patillas, manzanilla y raciones de jamón, mientras se celebraba el concurso de acoso y derribo y hoy atienden a los que toman cerveza con tapa de panceta en el día de la carrera de galgos.Me voy dándole a los pedales y pensando que esta también es mi feria.