No se porque me entristecen las navidades, quizás sea por culpa de este carácter con tendencia a la melancolía. En años anteriores había intentado huir de la fiesta del amor porque no tenía amor. Intenté pasar de largo sobre ella, como si no existiera. Escuchaba historias de personas que el día de Nochebuena se acostaban temprano y no se enteraban de cenas, de abrazos, ni de felicitaciones. Yo también lo intente, pero no podía dormir, la pena se acentuaba, mientras oía desde la cama, cohetes, risas y amor.larga es la noche para los que no aman. Otro año me fui de viaje, pero fue peor. Después de varios intentos y desplantes a la navidad este año he decidio vivirla como hace la mayoría de las personas que conozco. Comencé desde el principio,me apunté a la comida que organizan mis compañeros de trabajo. Compré en una tienda de chinos el regalo para el amigo invisible, nunca antes lo había echo, y sentí una sensación rara, nueva,una extraña alegría al saber que le iba hacer un regalo a una persona a la que apenas conocía, busqué con ilusión por todos las estanterías desordenadas de colorines y brillos en la tienda oriental, tal como se pacto previamente, para entregarlo durante la comida. El intercambio fue emocionante y divertido aunque tengo que reconocer, que al principio, lo pase mal, me sentí absurdo sentado en uno de los restaurantes más importantes de la ciudad con un gorro de papa noel y una nariz de payaso.quizás por esa situación tan ridícula se me fue un poquito la mano con el vino, brindé decenas de veces y bebí otras tantas, la comida era excasa pero la bebida abundante. Luego fuimos a unos pub de la zona antigua, el casco le llaman los más jóvenes.Nos llevaron a una calle por el que no pasaba hacía años, la última vez que vi aquel local fue cuando me acercaba, a ver el chiste que ponían en el escaparate. Aquella mítica tienda se había transformado en un pub de música estridente y luces que eran como latigazos para mis ojos. Estaba lleno, no se cabía, pero fuimos haciendonos un hueco a base de empujones. llegué a la barra y pedí un gintoni,luego otro. No recuerdo como sucedió pero de repente estaba en la pista bailando con Katy, la de nóminas, que se movía imitando a a la perfección las sensuales contorsiones de Sakira.o eso me parecía a mi. No recuerdo en que momento le declare mi amor, ni quien me saco de allí, ni al que me subío al taxi.
Todos mis compañeros me miraban al día siguiente,cuando entre en mi despacho con los ojos enrojecidos y una sonrisa bobalicona en los labios.El inicio de estas navidades han sido diferetes, ahora, en la oficina, todos me tratan sin tanta distancia, he aprendido a quitarme la corbata y ponerme la nariz de payaso que llevaba guardada en el fondo de mi triste timidez.
Desde ayer, con el soniquete de los niños de San Idelfonso, se inicio una dura navidad para todos los timidos para todos los que están solos,
para los que están parados,para los que pasan hambre, para todos los que no pueden convertir sus sueños en realidad..