Andaba muy derecho, ni siquiera los pantalones caídos, por donde se le veían unos calzoncillos azules, le daban el porte desaliñado que buscaba y la naturaleza le negó. Se sentó en un banco del parque después de saludar a sus colegas estrechando manos, puños y hasta codos, una serie de gestos ensayados, saludos pandillero, complicidades […]