Los lectores que todavía me siguen, a pesar de mis errores, saben que el desayuno es una de mis placeres favoritos. También saben que cerraron el Galeón por falta de clientes pero todavía no saben que después de recorrer las cafeterías que hay alrededor del Centro de Salud donde trabajo buscando un bar para desayunar he elegido el de la parada.
La parada esta situada en la estación de autobuses y me ofrece: proximidad a mi trabajo, catalana con jamón y un rincón donde poder leer el periódico. Me gusta sentir el tacto de la actualidad aunque la actualidad no me guste.
En el bar la parada hay clientes habituales pero la mayoría son los que esperan el autobús para que les lleve a su pueblo después de pasar por la consulta del especialista. Viajeros que se sientan con los pies destrozado después de entrar de tienda en tienda o de oficina en oficina tropezando con la antipática burocracia. Los clientes que aguardan el autobús se sientan con la calma de la espera. si cogen el periódico, se que no lo veré, porque esperar ralentiza los movimientos. Los viajeros se recrean alternando la lectura de todas las páginas con eléctricas miradas a la televisión cada vez que oyen el nombre de Asunta,
María del Mar,la camarera, es de Villa del Rey siempre lleva algo rojo en su atuendo, sabe que le sienta bien a su expresiva cara, sirve café cantando, algunas veces, cuando hay poco público,se pone en el rincón conmigo y me cuenta cosas. Dice que es la asociación de mujeres rurales. “Tú que escribes en el periódico podías hablar de nosotras”, “de que hacemos encaje de bolillos, senderismo, cursos de portugués”… le digo,que en el periódico, solo escribo de Badajoz.
Manuel es el dueño,un autónomo que ahora le dicen emprendedor, un tío joven con voz recia,y acento de pueblo. “Tu no eres de aquí” le pregunte el primer día, no soy de don Benito. Lely es la hermana, la otra propietaria, muy guapa, unos metros mas allá, en la calle Vicente Delgado Algaba, su novio regenta un gimnasio, con una espalda y unos brazos endurecidos por las mancuernas,al que llama “cari” aunque no le pegue ningún diminutivo.
Cuando termino el café voy a comprar el cupón a la estación de autobuses y me adentro en ese mundo sórdido donde dicen que se practica la prostitución en los urinarios, un mundo misterioso donde la gente mira de reojo pensando en el deseo que esconde cada mirada intentando descubrir quien es o no del oficio, Desde que entro por la puerta hasta que llego al quiosco de los cupones, camino con paso enérgico sintiendo que estoy metido en los bajos fondos de la homosexualidad, en el meollo de la prostitución más sucia y que en cualquier momento alguien me tocara la espalda, un policía, o un chapero, y me dirá “usted que busca por aquí”.Así que cruzo hacia el quiosco de la once como si estuviera atravesando el Bronx entre sexo con olor a orina.y braguetas fáciles de bajar a pesar de que solo me he encontrado viajeros que vuelven o vienen del pueblo o jubilados que solo pretenden refugiarse de la intemperie del parque y a los que todos, la historia maldita de la estación, les da aspecto de sospechoso.