Los dos nacieron el mismo día, en distintos lugares, los dos dijeron a la vez mama y papa, porque las bilabiales son las primeras palabras que se aprenden. Uno fue creciendo sonrosado ,rubito, entre mimos y exceso de juguetes; otro negrito, chato con mimos, sin juguetes. 18 años después a uno le preocupa las asignaturas que se le atragantan, el dinero que le den sus padres para el botellón o para comprarse unas zapatillas de la marca de moda. A al otro, su objetivo, es llegar hasta una valla con cuchillas, poder saltarla y trabajar y enviar a su padres y hermanos lo necesario para comer. Uno duerme caliente en casa, el otro será ahuyentado con pelotas de gomas o disparos de fogueo,según protocolo. Quizás se ahogue y muera, será un emigrante más que vino a llevarse lo nuestro y que murió mientras su familia espera angustiosa. Nosotros lo veremos con indiferencia a través del televisor, la muerte tiene un sentimiento distinto en un sitio que en otro. Somos incapaces de imaginar a nuestros rubitos adolescentes morir al saltar una valla de espinos.