Desde hace unos años Badajoz es una ciudad que desayuna fuera de casa. Hay desayunos muy variados a buen precio. Además,todas las cafeterías ofrecen a sus clientes la posibilidad de ver el periódico. La prensa circula por la barra de un extremo a otro sin descanso.
Yo, desde hace algún tiempo, voy al bar La Parada que esta situada a la entrada de la estación de autobuses y donde muchos clientes se sientan a esperar su hora de salida. Me pongo siempre en el mismo rincón con el periódico. Aunque luego, por la tarde, lo leo mas despacio en casa, lo compro. No me gusta sentir la presión de unos ojos clavados en mi nuca esperando a que termine, tampoco me gusta verlo en la pantalla del ordenador, quiero sentir su tacto su olor y y el sonido del paso de las páginas.
En todos los periódicos del bar la parada esta mi huella dactilar,excepto aquel día, lo tenía un señor que lo miraba con ojos de sueño, con pinta de no enterarse de lo que leía. Enmascaraba entre las páginas una timidez que desaparecería en cuanto volviese a su ambiente,con los suyos, cuando no oliera tan fuerte a colonia, ni estuviera tan bien peinado y se quitara el pantalón de tergal. Quizás pensaba en lo que le había dicho el médico o el hombre de la gestoría, en ese momento el periódico le servía de refugio para evitar estar solo en un bar en y una ciudad desconocida, pasaba las páginas mojando los dedos con la lentitud de los que viven en pueblos chicos, esos que todavía pueden jugar una partida de cartas durante horas sin tener mala conciencia, sin pensar en que deberían estar haciendo otra cosa, como si el tiempo no pasase, como si fuese siempre el mismo, sin pensar que la vida es corta para hacer todo lo que queda por hacer. A veces,los de ciudad, estamos tan metidos en nuestros proyectos de futuro que no nos damos cuenta que el mejor futuro consiste en vivir el presente. Vamos por el mundo con prisas, sin vivir los momentos, comiéndonos la vida sin saborearla. Quizás ya nos han acostumbrando a que sea más importante el dinero que la persona, abarcar mucho y vivir poco. Nos estamos olvidando de disfrutar de los placeres sencillos, como tomar un café con calma y tener un periódico entre las manos.