Creo que donde esta la panadería antes estaba parte de la pantalla del cine Autopista en los años en que el parque, situado frente a la iglesia San Juan de Rivera, era un “terregueril” donde los niños jugaban al pincho y al futbol entre escombros. La pared blanca era la pantalla del cine donde tantas veces vimos a Manolo Escobar y Concha Velasco cantar y enamorarse, a Bela Lugosi atemorizar al publico con colmillo ensangrentados y a Clint Eastwood y Lee Van Cleef en La muerte tenia un precio hipnotizando las noches de verano con aquella intrigante musica silbada entre chasquidos de pipas mafi. Hoy, en ese lugar, como si continuara la magia del cine, te recibe Beatriz como una actriz de pelicula de hadas. Su establecimiento se llama Horno de Santa Beatriz y algo de santa tiene esta joven de 21 años que pasa los dias desde la 8 de la mañana a 9 de la noche encerrada en su tienda, si he escrito 20 años y he escrito de 9 a 21 y lo que todavía no he dicho es que el negocio es suyo.
A los 20 unos estudian, otros no hacen nada,algunos trabajan y casi todos coinciden los fines de semana en la intemperie del botellón.
Beatriz, ha pasado de los 20 a los 21 en el interior de su tienda. Le he preguntado si no le gusta salir como los jóvenes de su edad, dice que le encanta, pero no lo hace porque los fines de semana trabaja. Se fue en el puente de agosto. Llego a los tres días con el color tostado del mar después de semanas y meses teniendo como único sol el calor del horno.Beatriz me vende el periódico y de vez en cuando caigo en la tentación de sus dulces. Es guapa, simpática y le gusta las mismas cosas que a los jóvenes de su generación pero a adquirido una responsabilidad que le hace tratar con: albaranes, proveedores, clientes y banqueros con el desparpajo que da la necesidad. Ella no ha sido Erasmus, ni ha ido a la universidad, ni ha salido al extranjero pero se ha hecho un hueco en un tiempo en el que muchos licenciados y adultos no encuentra sitio. Es sacrificado pero es el precio que tiene que pagar por su independencia, por no ser una carga para sus padres que la adoran aunque ya no viva con ellos.