Salgo de casa a pasear sin rumbo, sin nada en la cabeza, con poco en los bolsillos, salgo a ver que me encuentro. Mi aventura se limita a mirar: Veo a una muchacha embutida en un pantalón vaquero de una talla menor, a un obeso corriendo en malla con una ajustada camiseta del Madrid que pone Ronaldo, a un joven montado en una bici por la acera, a un señor tirando la basura por la mañana, a un jubilado con un perro que ensucia el césped donde juegan niños. Observo las caras de la gente, caras serias, caras bonitas, caras feas, caras resignadas,muchas caras diferentes y sin embargo iguales, Entro en un bar, la televisión vomita. Subo las escaleras eléctricas del Corte Inglés, un señor trajeado me adelanta corriendo por la derecha. Me paro en el rincón de las tallas grandes, busco lo barato. Voy a las tiendas Pavo y Kiabi que también tienen camisas de varias XL. Veo las carteleras del cine club a dos euros. Busco los bares donde se desayuna por 90 céntimos. Hay muchas personas en la calle y pocas trabajando ¿donde esta el trabajo? Desde la calle se ven despacho con todas las luces encendidas ocupados por pregoneros de humo que dicen crear empleo pensando y poniéndose en lugar del pobre, que fácil es ponerse en lugar del pobre
sentados en cálidos sillones. Encuentro gente sin nada que hacer y poco que gastar caminando siempre por los mismo lugares, buscando el equilibrio de lo conocido, personas que coinciden en la intemperie del frío callejero. Los desocupados hacen colas: Colas para que les den un periódico gratuito, un plato de comida en comedores sociales,colas en los contenedores de los supermercados a la hora del cierre. La gente sale a la calle a esa hora que los vendedores de humo no están porque se encierran en despachos para organizar la vida con decisiones para su beneficio enmascaradas en el bien común mientras los demás van a lo barato: a leer periódicos en la biblioteca,a conferencias hasta llenar aforo, al vino con aperitivo por 50 céntimos. Se habla de los viajes a Canarias, del pequeño Nicolás, de la Pantoja,de la Duquesa libre, que fácil es ser moderno cuando se tiene de todo, mientras se silencia lo importante. La gente se dedica a mirar. Mirar sentados en un banco de hierro como pasa la vida acurrucados unos contra otros refugiándose del frío fijando la vista en un horizonte de tierras lejanas, donde los jóvenes leen futuro y los viejos miedo mientras sigue avanzando Podemos.