Para curarme de tanto deporte, de tanta Granadilla, de horas de lecturas, de vacaciones en septiembre, de Artur Mas, del Facebook. Para curarme de mi mismo, o con el pretexto de escribir esta Plaza Alta voy al centro de Badajoz, al meollo del bollo, donde se cuecen las cosas, donde va la gente guapa. Voy sin prisa, a mirar, a recrearme para luego escribir.
En San Francisco hay poca gente. Un kiosco esta vacío,el otro también. Voy a la calle Menacho. Tiendas, mucha tiendas: ropa, zapatos,muebles, perfumes,agencias de viajes,telefonía, hasta una cafetería y la farmacia de Ramirez del Molino. Muchas chicas monas, todas van solas y en zapatillas para no quedarse atrapadas con los tacones en los huecos de las baldosas. Zara ya no hace esquina pero sigue haciendo caja donde estaba el cine Menacho. En la puerta, un joven de poco más de 20 años, toca la guitarra con la funda en el suelo: vacía, sin euros, malos tiempo para el ronck and roll. La calle Menacho huele a perfume de hombre a la caza de una ganga, a colonia de baño femenino, a la ropa de Intimissimi; sabe a dulces con café,a músicos callejeros, a gente pidiendo tabaco. Las cajas de muchas tiendas las oscurece la alargada sombra del Faro. Frente a las descalza hay un bar donde la caña vale a 0,40. En la calle del Obispo veo a gente que sube la cuesta vestida para una boda, pasan de largo por la Catedral donde entran turistas en pantalón corto y cámara de fotos. Las bodas se celebran en el Ayuntamiento.
Quizás, así sea luego más fácil pedir la vez en las concurridas colas de los martes en el juzgado, ese mercadillo del desamor del que viven muchos abogados. Encontré, cuando estaba viendo los libros que venden a un euro en la churrería de la calle Moreno Zancudo, a Carlos Rivero que hace fotos para colgarlas en facebook. Vi a Germán López Iglesias y a Paloma Morcillo, concejala de cultura. Los dos muy trajeados. Todas las cosas importantes de la ciudad se cuecen en el centro con porte elegante, aunque para ello tengan que pedir autorización cada cuatro años a través del voto manchado de barro en el Cerro de Reyes, San Fernando, el Gurugu..