Caminaba solo por la acera de la Avenida Juan Sebastián Elcano, con los andares pausados de los pastores alemanes. Llevaba la cabeza baja. Su baba caía al suelo deslizándose por sus enormes colmillos. Bajé de la acera cuando me crucé con él. Unos metros más atrás, con la correa en la mano, su dueño me […]