Vengo impregnado del olor dulzón de Ansorena, de observar mi antiguo instituto,el Zurbarán, con el mismo respeto y solemnidad como lo miraba entonces, de oír el acordeón del hombre que se pone en la esquina, de ver la gerencia del SES y las ventanas de los despachos donde se gestiona la sanidad pacense, de sentir el frío entre la calidez de las luces navideñas.
Llego a casa y enciendo el ordenador, igual que aquel día, cuando todavía no había empezado la navidad. Aquella noche, lo primero que leí fue una noticia compartida en facebook por el director de este periódico, Ángel Ortíz, decía : Germán López Iglesias va ser nombrado Director de la Policía Nacional. Respondí sin tomar el tiempo de reflexión necesario. Critiqué que el elegido fuese alguien ajeno al cuerpo sin formación policial. Me contestaron “quizás sea un buen gestor”. Me precipite, la cosa hay que mirarla con calma, observar todas sus aristas. Creo que beneficia a la ciudad que alguien de aquí tenga un puesto importante en Madrid que es donde se cuecen las cosas, donde esta el meollo del bollo. Aunque no es de esto de lo que quiero escribir, si no de la anécdota que me pasó con él.
Cuando me casé, en la Soledad, estaban arreglando la plaza. No se podía pasar en coche hasta la puerta de la iglesia, a mi me daba igual,lo peor era la novia con su traje blanco arrastrado por el barro y los tacones de aguja clavándose en la arena. Así que fui al Ayuntamiento para poder solucionarlo. Ese mismo día, por la tarde, López Iglesias, al que no conocía de nada, ( todavía no escribía esta columna), me llamó por teléfono para decirme que no me preocupara, que iba hablar con los albañiles para que pudiera pasar el coche hasta la puerta, y así fue. Escribí, en carta al director de este periódico, mi agradecimiento.
Una mañana, estaba en Figueras visitando la casa de Dalí, recibí una llamada de Germán para darme las gracias y felicitarme por la boda.
Sé que es una tontería, un gesto que no le hace mejor ni peor director general de la Policía Nacional pero muestra una cosa importante, su preocupación por ciudadanos anónimos y la voluntad de resolver problemas.