En la soledad del río se escucha un inquietante silencio que te hace permanecer alerta como si en cualquier momento pudiera pasar algo. Por ejemplo,ver surgir del agua un barbado Neptuno amenazando con su tridente, aunque lo peor no es eso, lo peor es el silencio que te enfrenta contigo mismo. Si gritas, el eco te devuelve tu propia voz como un bumerán amenazante.
Navegando por el sigiloso río no puedes huir del enfrentamiento, de estar solo contra ti sin aderezos, mentiras, maquillajes, ni aduladores.
Inquietantes aguas que se renuevan sobre si mismas engullendo la vanidad hasta llevarla al fondo oscuro, donde se mezcla con el lodo para salir purificada y emerger en la humildad del yo diminuto, de ese ser insignificante que eres ante la magnitud de la naturaleza.
Quién se crea importante que venga al río y se enfrente a su silencio.