Dimas es gallego y trabaja en el Biblioteca Pública Bartolomé J. Gallardo. Hay muchos gallegos en Badajoz. Son fáciles de reconocer por el tono suave de su voz; un susurro que contiene todos los matices de la saudade; un sentimiento de tristeza que a mi me produce sosiego y me traslada a idílicos paisajes de prados verdes con vacas lecheras pastando relajadamente. Los gallegos con los que he coincidido en Badajoz son funcionarios. Los he visto en el DNI, en el Juzgado, en la Confederación Hidrográfica, en la Delegación del Gobierno, en todos aquellos puestos de trabajo que se accede a través de una oposición. ¿Por qué hay tantos gallegos en la administración?, le pregunto a Dimas, dice que los gallegos están en todas partes porque la lluvia constante invita a quedarse en casa estudiando. Sin embargo, el sol pacense te tira a la calle, a la caña, a la tapita del bar, al velador. Hasta el Presidente del Gobierno es gallego y aprobó las oposiciones de registrador de la propiedad, qué buen registrador se ha perdido España, pensarán algunos.
Ahora hay oposiciones a Sanidad y Educación, las academias se anuncian en los parabrisas de los coches y los buzones. El grueso de plazas son del grupo E y D, (celadores y auxiliares administrativos), categorías que se presentan en masa. Hay que hacer un examen perfecto para aprobar, dejarse los ojos y los euros para ser un denostado funcionario, un privilegiado mileurista, para que te coloque detrás de una mesa parando golpes y escuchando críticas. Vago es una palabra asociada al funcionario. Qué flaco favor ha hecho la literatura al funcionariado, desde Kafka a Larra. La mayoría de opositores que gastan dinero y tiempo en estudiar no sacan plaza, no vale aprobar, hay que estar entre los mejores, de 25.000 saldrán unos 200.
Una figura permanente en las oposiciones ha sido el enchufado. Ahora parece que los exámenes son más transparentes, pero hace unos años, de las plazas ofertadas, los opositores restaban unas cuántas del total porque se sabía que estaban destinadas al enchufado. Era frecuente conseguir las cosas a través de las relaciones personales o parentesco, en lugar del esfuerzo. Esto, por lo que se ve, no solo afecta a las oposiciones, también vale para los másters. Además del enchufado, también se presentan gallegos con la cabeza fresca por suaves temperaturas y lluvia abundante, un duro rival, pero eso es otra historia.