Llegué en coche a la rotonda de la mujer en cruz. La que da la bienvenida a los vecinos lusos y que siempre cojo dirección Portugal guiándome por el olor a cilantro y el susurro del fado, aunque esta vez giré a la izquierda. Lo primero que vi, después de IFEBA, el circo Alaska mostrando en sus formas cónicas la línea entre realidad y fantasía. Este año no había camellos, ni ningún otro animal enjaulado esperando el azucarillo del final de la actuación.
Entro en los aparcamientos de tierra. Dos euros, no protesto, que más da, estamos en feria.
Lo primero que se ve al pisar el albero es la caseta del PP. Los porteros visten de negro, parecen periodistas de televisión en viernes. Me asomo por si están dando algún discurso Cospedal y Santamaría. No. Aunque la caseta sea de PP allí solo suena a todo trapo la canción “el anillo pa” cuándo”, una canción inapropiada para su relación.
En el escenario del Quinto Pino actuaba un bailarín de manos rotundas y venosas como las de Pedro Sánchez. Miro al coreógrafo, no es Iván Redondo. El bailarín podría ser el hermano, ahora con nuevo jefe, Ricardo Cabezas, admiro a la gente que dan tanto de sí: El Ayuntamiento, la Diputación, clases de música en un pueblo… yo solo tengo un trabajo y siempre me falta tiempo. Si hubiera visto a Pedro Sánchez bailando tampoco me hubiera extrañado. Las cosas que tendrá que hacer todavía en una política de publicidad y postureo.
No sé que hago en la feria, después de tantas ferias.Fui para escribir este artículo, eso les dije a todos los que me preguntaron. Me siento en un taburete y me dedico a mirar. Se acabaron los días de vino y rosas, de ponerme el gorro y salir a la pista, ahora soy espectador: mucho tatuaje; mucho bíceps de gimnasio; mucho escote; pantalones vaqueros ajustados; alguna vestida de sevillana; grupos con un vaso de plástico en el la mano y el móvil en la otra,será para mantener el equilibrio, como los funambulistas. Un hombre parecido a Maradona en flaco vende globos, otro con una coleta pinta caricaturas. Una feria hasta donde los trenes de los cacharritos funcionan mejor que los nuestros. La noria sube hasta lo más alto, un perro bebe de un charco, a lo lejos una voz dice “churros Pernía”. Es hora de retirarse hasta el año que viene que tampoco iré
Diego Algaba Mansilla