Están todo el día en televisión quiénes cuentan con el mérito haberse acostado con alguien o los que saben dar patadas a un balón, sin embargo, no salen los que hacen que el mundo sea mejor.
Carlos López, un nombre sencillo para un hombre excepcional. Médico de familia, vocal del colegio de médicos, profesor en la facultad de medicina y hasta hace poco Coordinador del Equipo de Atención Primaria del Centro de Salud de Valdepasillas .Todo esto, siendo importante, no es nada comparado con su bondad. Carlos es un hombre bueno, sensible a las dificultades de la gente, sabe escuchar y resolver problemas.
Amante de Portugal, buen cocinero y mejor comensal, ha llegado a la edad de la jubilación. Podría haberlo hecho, quitarse del medio y disfrutar de sus numerosas aficiones, pero sabía qué hacía falta en momentos difíciles y que tenía que ayudar para combatir el virus que atacó por sorpresa.
Siempre llegaba el primero al Centro de Salud, se ponía en la puerta con su pijama blanco impoluto, mascarillas, guantes y su rotunda presencia de 1.90 para recibir a todo el personal. Daba los buenos días uno a uno, animándonos para no decaer ante la pandemia con voz potente de locutor de radio que también podía convertirse en susurrante y consoladora.
Recordaba que guardásemos la distancia, que nos pusiéramos la mascarilla, que nos lavásemos las manos.
Carlos tiene la capacidad y habilidad del dialogo. Un talento para acercar posiciones y buscar el beneficio general, siempre desde la humildad, una característica de las personas inteligentes. Decía “nadie es más que nadie”. Y si no lo decía lo pensaba. Carlos tiene vocación de ayuda, quizás sea el motivo por el cual se hizo médico, como él dice, médico de pueblo, de su Alcántara querida donde ejerció unos años y donde nacieron sus hijos.
Su mujer, hijos, nietos, amigos, compañeros, sus residentes a los que cuida y enseña como un padre le quieren y él les quiere a ellos. Un gran tipo que vive con la misma pasión su trabajo que la vida.
Ahora, que ya no es Coordinador, disfruta como empezó, ejerciendo de algo tan grande como es la medicina de familia. El médico de cabecera que desde su consulta continua ayudando a la gente.
Su nombre figurara con letras de honor en la historia del Centro de Salud de Valdepasillas donde ha sido el alma, el corazón y los pulmones que ha hecho respirar a un centro bien avenido. Dice que el secreto para que las cosas funcionen es llevarse bien entre compañeros, estar a gusto en el trabajo, luego, lo demás, llega solo.