La fiesta de Navidad y el virus forman una pareja bien avenida, una pareja compenetrada y apasionada que al contrario que las humanas que traen niños al mundo, ellos traen dolor y muerte.
Los especialistas en epidemiología dicen que hay mantener la distancia. Sin embargo en esta fiesta, muchos parecen esas ovejas que vemos en el campo pegadas para protegerse cuando ahora la protección está en la separación. En Badajoz, en el centro de la ciudad, la gente camina unos al lado de los otros, se cruzan, se rozan, se tocan… hacen colas para fotografiarse en el interior del árbol gigante situado frente a la Catedral. Algunos van con la mascarilla en la barbilla fumando, otros comiendo castañas asadas.
¿Somos incapaces de ignorar la fiesta un año? La Navidad es una fiesta que siempre criticamos por sus excesos económicos y gastronómicos. Una fiesta que se hace larga, porque ni los bolsillos son de goma, ni los cuerpos de hierro. Este año tenemos la oportunidad de vivirla sin los excesos que tanto criticamos. Se han escrito cientos de páginas en contra del dispendio en esta fecha, yo mismo lo he hecho en alguna ocasión. Ahora lo tenemos fácil para vivirla de forma diferente, vivirla desde el sentimiento religioso sin ir acompañada de brillo, juerga y derroche
Este año una feliz Navidad sería que no hubiera contagios en la familia, sobre todo ningún muerto. Si en años anteriores la Navidad fue costosa y teníamos dificultad para subir la cuesta de enero, ahora la cuesta puede ser más dolorosa al pagar con vidas humanas.
A primeros de marzo nos sorprendió la imagen de un país confinada. Una China donde se veían personas con mascarillas, personas muriendo y ataúdes apilados, nos parecía mentira casi de ciencia ficción pero en muy poco tiempo llegó aquí. Ahora vemos a los chinos haciendo vida casi normal debido a su disciplina. Una disciplina que es difícil para nuestra callejera personalidad.
Hoy no quería escribir de pandemia, ni de Navidad, quería escribir del chiringuito del río de la margen derecha. Vuelven a sacarlo a subasta antes de que se convierta en trozos de madera podrida en medio del mejor paseo de la ciudad, esperemos verlo lleno de público este verano, aunque de momento, hasta que la vacuna haga su efecto, tenemos que seguir protegiéndonos a pesar de la fatiga pandémica.