Cuando empiezan a sonar los primeros ritmos, que como tambores de guerra lejanos, anuncian el próximo carnaval, aparece por las calles màs centricas de la ciudad el primer disfrazado vestido de zombi. Su disfraz no es de fiesta, es de desesperación.Una forma de protestar contra su situación de desempleado de larga duración.
Las cifras de la verguenza se vuelve a disparar, los desempleados aumenta hasta el 28 por ciento. De cada 100 personas en edad labora 28 se disfrazan cada día como zombis desesilusionados para ir a las oficinas de empleo o desempleo y oir la misma cantinela. “no hay nada”. De cada 100 personas 28 no pueden trabajar y siente la angustia de días repetidos sin posibilidad de transformarlos en días diferentes. De cada 100 personas exite 28 que pueden ser tus hermanos, tus padres, tus amigos, tus vecinos, puedes estar tú y yo.
Según dicen los expertos los parados pierden la autoestima, el ánimo que hace aumentar la sensación de inutilidad caminado hacia los hondos vericuetos de la depresión.
Cuando se tiene poco uno se adapta a lo poco pero…¿como adaptarse a no terner nada?
El paro se extiende como una mancha de aceite que avanza sin compasión arrasando con todo aquello que se pone a su paso y a la que ningún gobernante es capaz de encontrar barreras. una mancha que se extiende por todos los rincones de la sociedad y cuyo olor deja el hedor en casi todos los hogares. No hay nada que deteriore más la convivencia del ser humano como la perdida del trabajo que es como perder algo tuyo. Una parte de ti.
Si siguen así, los gobiernos, no encontrarán candidatos a quien entregar la medalla al mérito en el trabajo.