Me pongo las botas de andar para pasear por Badajoz. Un paseo tranquilo, no como esos senderistas que van por el campo a toda pastilla saltándose flores, mariposas y detalles. Salgo para recrearme en la ciudad, para ver el paisaje urbano, para cruzarme con gente. Para mi no vale aquello de que mientras más conozco a la gente más quiero a mi perro. Por cierto, de cada tres personas con las que me cruzo, uno lleva perro. La mayoría recogen las deposiciones aunque el pipí queda en el suelo. Badajoz se llena de perros, el río de gansos, las palmeras del picudo y los despachos… calla, que esto no va de ellos.
Un hombre, con barba abundante y desordenada, llora y bebe vino en tetrabrik, porque algunas veces la gente es lo que parece. Me cruzo con los que fuman expulsado el humo para que lo trague el de atrás. Sigo andando y mientras ando se va escribiendo el artículo solo, que aunque no sea el mejor, es de los primeros con la nueva directora. Veo un hombre vestido con una camisa de cuadros, con aspecto de auxiliar administrativo, uno de esos que se ponen de escudo detrás de una ventanilla parando los golpes destinados a políticos. Por el puente Real veo a profesores universitarios en bici y alumnos en coche. Veo a una chica con un generoso escote, miro para otro lado, no quiero líos. Veo a un hombre sentado en un banco leyendo un libro electrónico, también tiene un perro a sus pies.
Veo a uno con pinta de estar seguro de las cosas, a otro de saber contar chistes, a otro con saber el nombre de la consejera de Cultura. Un adolescente sin granos, un octogenario sin bastón, una mujer sin hombre, un anciano con una pancarta en un palo que le sirve de bastón y reivindicación. No hay nada más práctico que un pensionista. Veo a niños jugando con los móviles de sus padres y los balones debajo del brazo.
Veo a los que fotografían al río con grandes objetivos, a los que lo hacen con el móvil, a los que solo miran, a los que pasan sin mirar insensibles ante los atardecer mágicos de Badajoz. Me cruzo a un portugués hablando español, a un inglés hablando español, a un español, hablando catalán. A pesar de todo, sigo queriendo más a las personas que a los perros.