Aparece sentado en un banco de hierro con unas gafas redondas de escritor antiguo. No recuerdo si de pequeño me caía bien o mal. Aunque ahora eso no es importante. Cuando yo era futbolista del Flecha Negra, él era arbitro. Entrenaba en el mismo campo que nosotros, el de la Federación. Corría la banda sin nadie que le dirigiera, a su ritmo.
A Carmona Méndez lo conocí antes de jugar en el Flecha Negra. Los sábados jugamos los de su barrio contra los del mío en el patio de los Maristas a pesar de que no éramos alumnos del colegio,al menos yo. El hermano Paco y el hermano Daniel nos dejaban utilizar las instalaciones. Algunas veces el hermano Paco jugaba con nosotros. ¿Qué quién era el hermano Paco? Seguramente todos los muchachos aficionados al deporte de mi generación lo conocían.
Carmona era el portero del otro equipo, siempre fueron porteros los que no sabían jugar de delanteros, quizás por eso se hizo arbitro. Y de árbitro llegó más lejos que ninguno de nosotros en el fútbol, también en el de la política. En el mundo político ha llegado a algo tan difícil como es la honestidad, y la libertad.
A mi me daba envidia verle entrenar solo porque yo siempre he sido un solitario rodeado de gente. Un día lo vi en el televisión arbitrando un Madrid Barsa, me emocionó verlo en aquel campo de cuidado césped tan distinto a los de tierra donde se inicio. Aunque no somos amigos ni lo hemos sido, nos saludamos por la calle con un hola y un adiós.
Hace unos días, igual que cuando corría solo por el campo de la Federación, sus palabras corrieron libres y sinceras por las páginas de este periódico ante las preguntas de Rocío Romero Habló con rotundidad, con personalidad, siempre la tuvo, desde chiquinino. Dijo lo que piensa sin pelos en la lengua. Se hizo concejal para hacer cosas y no le han dejado hacer ninguna. Carmona el abogado exárbitro y quzás expolítico, se retira desilusionado del Ayuntamiento. Aunque sean personas como él las que necesitamos que estén en política, honestas y con personalidad. Esos que saben elogiar las virtudes del rival y que están dispuestas para el dialogo. Ahora recuerdo, me caía bien.