Me gusta hacer fotos. Intento fotografiar vida, sensaciones, sentimientos… para hacerlo prefiero el campo a la ciudad donde un mismo paisaje estático es diferente cada día, cada hora. Me gusta la ausencia de personas en las fotos. Fotografío el silencio, el viento, la luz, la tierra arada, los trabajados surcos, el milagro de las cosechas. Animales que comen, pastan y duermen. Fotografío el frío, árboles desnudos, el rocío de la mañana, la escarcha, el olvido, el amanecer. Me gusta fotografiar el olor de la leña enrojecida y humeante de la chimenea. El aire limpio, las plantas, la fotosíntesis, la melancolía, el amor ocre del atardecer. Sin embargo, días atrás el campo estaba raro. En el camino solitario que va a la casa del pozo chico, ese sendero por el que nunca encuentro personas ni coches, había dos furgonetas grandes y varios todoterreno. Donde antes solo había tranquilas vacas me encuentro un equipo con micrófonos, y cámaras y gente vestida con ropa campera de marca sin una pizca de barro, disfrados con sombrero de paja que huelen a perfume en lugar de sudor. Un hombre pulcro, de cutis fino, bien afeitado hablaba mirando a la cámara con una mano puesta en la cabeza de una vaca mansa. Donde días atrás solo había campo yerto y vacío, había un rebaño de personas- borregos sonriendo, aplaudiendo al que hablaba abrazado a la vaca y a la que le quitó el brazo de encima, con gesto de asco, cuando se apagó la luz roja de la cámara. Metí mis cosas en la mochila, monté en la bicicleta, y me fui pedaleando a la ciudad. Volveré hacer fotos, en unos días, cuando el campo deje de ser teatro y vuelva a ser campo.
En la ciudad unos jóvenes juegan al tenis sin vacunas, ni mascarillas, como el maestro. Veo aprendices a presidente que bailan moviendo sus despeinadas cabelleras rubias con el vaso de whisky en la mano. Veo un Ferraris camino del Vivero.
Por la Avenida de Elvas hacen pisos. También una clínica sanitaria privada, parece que después de la pandemia van a tener éxito. He visto en las redes sociales una imagen que dice: “Veremos cuando en lugar de pedirnos la tarjeta sanitaria pidan la de crédito”.
¿Me puede dar cita para mi médico?, he olvidado la tarjeta sanitaria. Bueno, vale, se la damos, la próxima vez tiene que traerla. No sabemos qué pasará cuando ocurra esto. ¿Me puede dar cita aunque haya olvidado hoy traer los 50 euros?