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Diego Algaba Mansilla

MIGAS CANAS

JUBILACIÓN

 

Es temprano. Todavía es de noche. Tomo el primer café. Empieza a salir el sol. Enciendo el ordenador. Veo las fotos que hice el domingo. Me pongo a escribir sin ganas, a ducharme sin ganas, a salir de casa sin ganas. Cuando llegará el día que  haga lo que me dé la gana. Como otros espero la jubilación para escribir libros, para pintar cuadros, para ir al gimnasio, para  apuntarme a la Universidad, para bailar con jubiladas o con alguna sin jubilar, para  ir de excursión fuera de temporada a Benidorm  a comer a Portugal un martes,  a ver teatro al López  un miércoles, asistir a una cata de jazz y vino un jueves sin tener que madrugar al día siguiente pero… ¿Cuántos años tendré cuando me jubile? Tendré ganas de hacer alguna actividad  o iré de la oficina o al hoyo  como fui de casa de mis padres al matrimonio. Esperamos  la jubilación para empezar a vivir sin saber a qué edad nos vamos a jubilar, ni en qué condiciones físicas ni económicas.

Salgo a la calle. La calle está llena de gente. Una calle diferente a la de meses anteriores cuando solo se oía  el silencio y el miedo. Un padre divorciado camina por la acera con sus hijos intentando entretenerlos sin éxito. Hay quien se toma el divorcio como una  modernidad, algo “cool” cuando es un fracaso, sobre todo con hijos; Veo a uno que lía un cigarro, cuando veo a alguien liándose un cigarro siempre recuerdo un San Francisco al que llamábamos San Paco con el olor dulzón a hachís y pachuli y la adrenalina de lo prohibido; Veo a un hombre por la Plaza Alta, que recita con un torrente de voz una mezcla de cosas ininteligible entre religiosas y mundanas mezclando Manrique, Machado y las Grecas; Veo un bar abierto, ya no entro en los bares; Una mujer guapa pasa a mi lado, ya no miro para atrás, más por pudor que por ganas. La edad no camina paralela al deseo.

Veo a un trepa apuntándose a un partido político, ¿a cuál? Da igual, eso es lo de menos. Hasta puede que sea el que decida nuestra jubilación, incluso confundiéndose de botón. Veo Un ágil senderista sin palo, un pensionista con bastón, un  compañero jubilado con andador.  Encuentran un hombre muerto en su casa de San Fernando. Lo mismo a nosotros la muerte nos pilla trabajando mientras nuestros hijos todavía están en casa estudiando la oposición o mirando la estrella polar.


marzo 2022
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