Se acaba abril y no he escrito nada sobre abril. Este año sí que nos lo han robado. El abril de las aguas mil, del olor a tierra mojada, de campos suculentos, de versos floridos, de desnudos de alma… porque con esta temperatura no hay quien escriba ni de abril, ni de nada. Este calor debilita la razón y anula la imaginación, bastante tenemos con arrastrar el cuerpo por las calles a ritmo de caracol perezoso. Echamos de menos una tarde de lluvia tras los cristales, de canalones corriendo,de charcos como espejos. El abril de poetas, cantantes, pintores, fotógrafos… El abril de los que tienen ganas de vivir y de los que no la tienen y lo escriben en verso. Un abril de sentimientos, de lágrima fácil, de besos abundantes, de corazón variable, de atardeceres melancólicos, de rebequita por la tarde. Un abril sin agua, maltratado por un sol que lo transforma en un vulgar Junio sin color. Un junio de ferias, botellones y reggaeton, de faldas cortas y ombligos al aire, de mucha carne y poca alma.
Vivimos un mes incendiado en el que estamos crispado por el robo de las hipotecas, la guerra de Ucrania, Sudán, el parque Ascensión,el río, el casco antiguo, la ausencia de agua. Este año si. Este año el calor nos robó el mes de abril.