Los trabajadores de Caja Badajoz están convocados a la huelga los días 14 y 15 de marzo. A los trabajadores de Caja Badajoz ya no les conocen desde la dirección como Pedro, María o José ahora solo son beneficios o perdidas igual que el resto de españoles somos déficit.
Sus puestos de trabajo están pendientes de un hilo. La apisonadora del paro amenaza su estabilidad. La delgada línea que separa el bienestar de la angustia ha llegado a sus casas.
En Badajoz casi todos tenemos un amigo, un pariente o conocemos a alguien que trabaja en Caja Badajoz. Trabajadores con familia que viven todos los días la incertidumbre del despido. Según dice el Consejero de Economía, Antonio Fernández, Caja Badajoz ha hecho un mal negocio al integrarse en caja 3, una decisión que ha provocado la inseguridad de cientos de trabajadores que miran el futuro con la incertidumbre de saber que mañana se pueden a encontrar con una carta de despedida. Sin sobre.
Desde el balcón de mi casa veo ese majestuoso edificio, el más alto de Badajoz, que mira a la ciudad por encima del hombro con la altanería que miran los grandes y que va a llevar al paro a muchos de los que han conseguido levantar ese gigante a base de hacer horas detrás de una ventanilla sumando, restando y multiplicando sin dejar de sonreír.
En el polígono de la Paz, junto al bar Europa,próximo al símbolo ostentoso del banco, existe una pequeña sucursal de barrio con tres trabajadores, tres personas que tratan con delicadeza a los clientes sin diferenciar a los que tienen mucho de los que tiene poco.
A Elena, Pilar e Isidro no se les nota, cuando tratan a sus clientes, el desasosiego de su situación que al igual que sus compañeros viven cada día a la espera de noticias. Isidro sigue pagando el café siempre que coincido con él en un bar aunque esté en la otra punta de la barra. Me llama la atención la amabilidad inalterable de los trabajadores a pesar de sus circunstancias, personas con familia, hijos, padres, hermanos y amigos.
Según dicen, desaparecerán muchas de esas pequeñas sucursales de pueblo donde el pensionista acude cada primero de mes a retirar sus cuatro perras. Los trabajadores de Caja Badajoz,no me acostumbro a escribir caja 3, se levantan cada mañana para ir a su trabajo sin saber si va a ser la última mañana que suene el despertador. Ese ruido desagradable que se ha convertido en música celestial que cada día que pasa suena en menos hogares dando paso a ese “zas” a ese corte cruel y seco de tijeras afiladas que cortan como guadaña.