Buscando al poeta que llevo dentro me asomo al puente del atardecer para encontrar inspiración entre la niebla. Espero que aparezca esa metáfora que no soy capaz de conseguir. Palabras que expresen la belleza y el color que componen el sol, el agua del Guadiana y la bruma, pero, quizás, yo no lleve ningún poeta dentro y no transmita sensaciones. La vista se me va a la decenas de hombres y mujeres de verde que no paran de limpiar los restos de una mañana de mercadillo en Badajoz y me acuerdo del artículo de Alberto González (en HOY) en el que establecía un paralelismo entre lo absurdo de prohibir fumar en los bares y el de sentir rechazo si se pone a tu lado, en una cafetería, un operario de limpieza con el traje de faena aduciendo que va poco aseado. Veo a los que pasean en bicicleta y andando, a los que hacen fotografías y mi curiosidad, que ya no es de poeta, gira hacia la rotonda que va al polígono de La Paz. ¿Cómo no habrá más accidentes en estos días sin visibilidad? Mientras miro como me mira el gigante edificio de la Caja Badajoz se me va la vista a lo pequeño, a ese candado con el nombre de María y Pablo ‘fechados’ para siempre en la barandilla. Me gustaría firmar esta carta como poeta y ser capaz de escribir todo lo que siento, pero me sale lo que veo.