>

Blogs

Diego Algaba Mansilla

MIGAS CANAS

CORAZÓN DE JESÚS el barrio de una calle

Foto s.Garcia

Foto S. GARCIA

Llegan cuando todavía no ha salido el sol, sigilosamente, solos o en grupo. Vestidos con el traje verde de camuflaje, toman café, algunos copa y así adquieren valor antes de encañonar la pieza, antes de apretar el gatillo. Luego, más tarde, cuando ya ha salido el sol, se oye en la calle el murmullo jadeante de corredores, grupos de atletas que llegan atravesando los caminos desde la Granadilla y regresan por carretera.
Al Corazón de Jesús se puede ir andando, corriendo, en bici, aunque la mayoría van en coche. Está a unos 7 km de Badajoz. El Corazón de Jesús tiene una  calle que empieza con dos bares y termina en una ermita donde dicen misa los domingos. En la calle, además de los almacenes de muebles Refolio, viven familias en casas de una sola planta. He visto cómo mujeres mayores sacan las pilistras a la puerta para que sus hojas adquieran el brillo que sólo da el agua de lluvia. Cuando llegas al Corazón de Jesús por carretera, lo primero que se ve son los bares.
Mírian trabaja en uno de ellos desde la 6 de la mañana hasta las 4 de la tarde. No sé si es empleada o propietaria; siempre luce peinado de peluquería aunque cuando lea esto, dirá que no, que se lo hace ella. Los fines de semana los clientes llegan cada vez más temprano para leer el HOY. Mírian, a los seis o siete vecinos que se disputan el periódico, los llama periodistas. El bar es como la biblioteca; nunca hay un HOY disponible. Mirian marca distancias con el cliente desconocido. A mí me trata que ni fu ni fa. No soy del barrio pero me conoce, ya no me habla de usted pero no se permite las bromas que con los habituales, con esos que van a tomar café copa, y algún puro en la puerta.
Cuando se llena el bar, Mirian, deja de hablar, de sonreír, se concentra. Ella sola hace el trabajo de varios: pone el pan en el tostador, hace café, sirve copas, cocina los aperitivos, cobra las consumiciones, aguanta los piropos… En el bar también paran a desayunar, antes de la visita, familiares de presos, y preso con permiso de fin de semana. La cárcel está cerca.
El otro bar es el Cortijo, no sé cómo se llama su dueño ni tampoco el del hombre que siempre está en la esquina con el vaso de vino lleno. Me gusta la barra alta de piedra, los adornos camperos como ese yugo, sin bueyes y sin flechas. El bar tiene aspecto de cortijo con paredes rugosas y deformes, con un gotelé blanco gigante donde se respira un aire gélido que el recinto y los clientes hacen cálido. En el Corazón de Jesús, la melodía serena del silencio, y la presencia constante de la naturaleza, se mezclan con el ruido de los coches que van y vienen por la carretera, de otros lugares, de otras historias. Mientras, los vecinos viven con calma al ritmo lento que le marca el campo, el tic tac del sol y de la luna.


enero 2014
MTWTFSS
  12345
6789101112
13141516171819
20212223242526
2728293031