Salgo de casa, sin rumbo, con las manos en los bolsillos y los bolsillos vacíos. Hoy no llueve. El sol amenaza con estropear un día melancólico de brasero y poesía. Camino por una Avenida de Huelva impregnada del dulzor de Ansorena y de la monótona melodía del hombre del acordeón. Una Avenida que Garcia Salas,en esta misma sección, soñó sin coches. Paso por la Delegación del Gobierno, ese edificio que sirve de muro de lamentaciones a manifestantes sin respuestas. Llego a correos. Paso delante de los buzones con el rótulo casi borrado de: Badajoz, Provincia, resto de España, Internacional. En resto España se echaban, sin dudar, las cartas que iban a Cataluña. Buzones que ya no recogen correspondencia escritas a mano donde se podía descubrir más secretos en el trazo que en el texto.”Espero que a la llegada de esta estés bien yo bien gracias a Dios”. Me siento en el banco de piedra de San Francisco que cuenta la historia de Pizarro,siempre regreso a los mismo lugares, no todos los extremeños somos aventureros. Sigo sin rumbo. Me encuentro con Julio o quizás es su hermano, el que caminaba por el filo de la navaja decidió dar un salto al lado bueno aunque no estoy seguro que ese sea el bueno,recuerdo nuestras largas conversaciones, ya no habla como antes, solo lee el marca y se le nota mucho.
Sigo andando, me encuentro con Carmen un amor no correspondido que me duro toda la vida, como la literatura.
Sigo, me cruzo con gente desconocida que caminan despacio con la cara monótona de la derrota,de la resignación. Me encuentro a los que hacen fotos para facebok, los que montan en bicicleta por las aceras, los que fuman andando,los que madrugan, los que compran en el Corte Ingles, los que no compran en ningún sitio, veo a uno que no lleva móvil,los que no entran en los bares pero se asoman, a dos que se dan un abrazo varonil como los de un cantao y su guitarrista. veo cara de hombres buenos sin futuro, de canallas forrados, una chica con minifalda tira continuamente de la tela, pero la tela no da más de si. En la sala Vaquero Poblador se ven cuadros colgados que la gente mira desde la calle como antes miraban las pajaritas de papel que hacía aquel hombre orondo sentado junto a la ventana,cuando la sala era el casino. ya no hay palomas blancas, ni siquiera de papel, se las llevo el euro. sigo caminado hacia esta Plaza Alta los chinos han montado una frutería en el establecimiento de fotos. Ahí esta la catedral que merece un articulo para ella sola. La Ria ya no es la Ria se ha convertido en los 100 montaditos, donde estará ahora Angel de España aquel camarero que quiso ser artista y que cantaba en las verbenas de las ferias por Marife de Triana.Me cruzo con los que llevan traje con naturalidad,con los que piden, con los que no piden por vergüenza. como si fueran ellos los que tienen que tener verguenza. Me cruzo con la única desconocida con la que baile una vez una canción lenta en la boite Zurbarán, ni me mira. Compro por un euro el cuaderno gris de Josep Pla en la churrería de Moreno Zancudo. Termino en la Plaza Alta. Me encuentro con Porrina, dice “creía que no ibas a llegar nunca”,emocionado con la última llegada de Paco de Lucía no sabe que a mi me queda mucho para llegar, voy, lento, sin prisa.