Soy de los que he comido mollejas en el Torres, bocadillos de calamares en San Francisco, he tomado campeones en el Pichi y tisanas en el Candas, he comprado Lois y Wrangler en la Meca de los pantalones, he jugado al fútbol en el Flecha Negras, he ido a la Boite Zurbaran y a Fashión donde ponían música lenta para bailar abrazados y suelta para los que no encontrábamos pareja con quien bailar. Soy de esa generación que trabajaba cuando tenía vacaciones de verano en el Instituto, cogía: peras, manzanas y melocotones. Tuve un 850 y luego un R5 rojo. No existía el botellón, bebíamos espumosos en el kiosco de Ronda del Pilar, frente al INSS. Hice la mili, me bañe en el Guadiana, alquile barcas, fui a las fiestas de medicinas en Charlot, al cine Menacho donde hoy esta Zara y al Conquistadores que ahora es un bingo, leía todo lo que caía en mis manos, excepto lo que mandaba el profesor. Escuchaba los discos de mis hermanos mayores, música de cantautores: Paco Ibáñez, Serrat, Victor Jara, Labordeta”habrá un día que todos al levantar la vista veremos una tierra que diga libertad”. No había problemas de aparcamiento, ni siquiera existía plaza para minusválidos, se conducía con copas de más, no hacían la prueba del alcohol. Ahora está prohibido hasta para los concejales,¿para concejales también? Rifaban manojos de espárragos por los bares, el jamón se comía en tacos, las patatas fritas no eran congeladas, en la televisión veíamos a José María Iñigo, a Kiko Ledgard en un dos tres y a Balbín en la Clave, no existía Belen Esteban. No teníamos bicicletas, ni había móviles, teníamos novia con la que paseábamos de la mano comiendo pipas por el Paseo Fluvial y hablábamos entre nosotros sin wuasa. No había gimnasio, ni se hacía footing, nadie iba en chándal. Se fumaba en los bares, se jugaba al futbolín, a los chinos y a las máquinas de bolas, no había tragaperras y el billar no era americano. Después de la mili se encontraba trabajo, y todavía no había nacido ningún Cristian, Jonatan ni Vanesa.
Mi generación fue a manifestaciones, corrió delante de la policía y protesto, protesto mucho. Luego algunos se hicieron políticos; entraron en los primeros gobiernos; se acostumbraron rápido: a las camisas de sedas, al chofer en la puerta, a los jamones de varias j, a los restaurantes con estrellas Michelin. Así empezó todo, cuando cambiaron ideales por placer olvidando su pasado e ignorando a los demás.