Lo que me va a dar de si la lesión del pie para esta sección de Plaza Alta, incluso más que el pequeño Nicolás para muchos columnistas. Escribí por primera vez de la caída el día que me clavo mañana, tarde y noche en un sillón el esguince. Ahora, para curar definitivamente el pie y curarme, también, de tanta lectura, escrituras y horas de musaraña pensando en lo peor; en que nunca tendré el pie como antes; en que no volveré a andar con garbo, si es que alguna vez lo hice,ni a correr, ni a montar en bici,voy todas las mañanas al fisio.
No sirvo para muchas cosas, es verdad, pero quizás para la que menos es para estar enfermo. Lo mio es peccata minuta comparado con otras patologías, pero el pie es mio y me duele a mi.
Todas la mañana voy al gimnasio del Centro de Salud, las fisio: Ana y Rosa, me reciben con buena cara. Valdepasillas ha dejado de ser mi centro de trabajo para ser el de recuperación, así puedo mirar las cosas desde fuera y comprender mejor a esos que alaban a los profesionales y critican su burocracia. Cuando estas mal, tengas lo que tengas, sufres limitaciones y dependes de personas que pierden su tiempo o parte de su jornada laboral para llevarte de un sitio a otro y no digo más. Lo mas importante que tenemos es la salud y cuando la pierdes quieres recuperarla cuanto antes. Los recortes en sanidad son los más injustos, tarde o temprano todos tenemos que recurrir a sus servicios.
Ahora paso un par de horas de la mañana en un concurrido gimnasio donde no deja de llegar personas operadas o lesionadas. Además de las fisio hay tres alumnas Shelia, Laura y la Berlangueña Cristina, cuantos recuerdos me trae Berlanga. Cristina me dice que Pepín ya no es alcalde, que Rufino sigue vendiendo aquellas sabrosas raciones de cochinito y que en el parque zoológico ya no esta aquel cerdo del pelo rizado que parecía una oveja. Las fisios no paran. colocan a un cojo en la onda corta, a un manco en la camilla de masajes…todos los pacientes estamos relajados menos ellas que están pendiente de nosotros. En el gimnasio suena música, hay revistas. Ana me sienta en una camilla y me mueve el pie mientras las alumnas toman nota así, entre buenas palabras, mimos, profesionalidad y sudores paso la mañana y mi pie, al que dedico el día entero, y hasta los artículos de Plaza Alta.