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Diego Algaba Mansilla

MIGAS CANAS

VAGUADAS

Salgo en chándal, no tengo ganas de hacer deporte aunque cuando llevo un rato corriendo me alegro de haber salido. Me gusta observar a la gente tan iguales y tan diferentes. Veo como hacen las misma cosas los que se creen distintos. Pensamos que somos únicos andando al lado de otros que llevan la misma ropa, el mismo paso y hacen el mismo trayecto.
Muchos deportistas corren aislados de los sonidos de la tarde con los pinganillos en la oreja, quizás todos reciben la misma información: Que va a hacer Grecia con el pago de la deuda o como tributa Monedero. ¿ cual será el contenido del informe que vale 420.000 euros?
Corro por la Avenida que llega hasta las Vaguadas. Paso por la traseras de la Banasta. Veo un árbol sin hojas, se esta poniendo el sol. Que estampa mas bonita para hacer una foto. Un instante irrepetible que parece una acuarela sacada de la paleta de Van Gogh. Llego hasta la urbanización Las Golondrinas. Huele a leña. Me encuentro con Visi, la del juzgado. Iba a decirle lo guapa que estaba, lo bien que le quedan las mallas, pero me contengo porque me acuerdo de la Presidenta del Observatorio de Violencia Doméstica y de Género. Hasta que no tenga mas datos, no se si guapa entra dentro de la categoría de piropo prohibido o solo se censura el piropo albañil, “Estas más buena que un sofrito de caracoles”. Llego a la gasolinera y le sigo dando vueltas al encuentro con Visi. Creo que si le hubiese dicho lo atractiva que estaba la conversación hubiera tomado otro cariz mas a mi favor. Recuerdo que una señora mayor por solucionarle un problema con sus papeles del médico me dijo: “gracias por ser tan amable” también me llamo guapo no se si eso entra en el lote de piropo prohibido o solo se censuran los emitidos de hombre a mujer. Censura una palabra fea que sube como la espuma y que empieza a adquirir el protagonismo perdido. Sigo andando. Llego hasta el final del camino. Cruzo por el paso de peatones y regreso por la otra acera. La acera de enfrente, más salvaje, menos retocada, merece una Plaza Alta para ella sola. Quizás, mejor que un artículo, un reportaje fotográfico. Los impresionantes atardeceres pacenses se merecen que los recorran los poetas para que les pongan la palabra exacta,ese matiz que penetra la piel y cura las heridas de las entrañas.


febrero 2015
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