No me extraña que Sara Carbonero confunda a Machado con Serrat. No son buenos tiempos para la lírica. Es el momento de los economista sobre los filólogos. Los números vencen a las letras. Todos los días vemos como la prima de riesgo ocupa portadas y páginas importantes en la prensa. Ya no leemos las historias de Aureliano Buendia nos los cambiaron por las de la madre del Cuco. Las televisiones y los políticos nos asustan a diario con la falta de dinero. Ya no se habla de libros ni de poesía. El dinero se ha cargado los sueños. El otoño ya no es marrón ni amarillo ni compartir un cartucho de castaña con las personas queridas. Este otoño es de debates, mitines, rescates, ajustes. . . Por eso, en esta tarde melancólica de noviembre, me escapo por la ventana con Salinas para viajar por el mundo de los sentimientos. No quiero números, ni otoños azul chillon, ni rojo desgastado. No quiero que me hagan olvidar mis sueños y seguir disfrutando de la palabra que me niega el protagonismo del euro.
Europa busca nuevas formas para poder vivir en la riqueza olvidando vivir los sentimientos.