En las tardes de niebla me gustaría ser poeta para contar lo que siento, pero como no lo soy, solo cuento lo que veo.y veo desde el puente Real a decenas de trabajadores, vestidos de verde, que limpian los restos de un mercadillo donde venden camisetas a 10 euros y libros de Neruda al peso porque no siempre el valor de las cosas corresponde con su precio. Veo como el rio avanza lento. Atraviesa en silencio la niebla entre orillas de vegetación salvaje y miles de pájaros blancos. Piraguistas se deslizan encima de las aguas remando en contra y a favor de la corriente. Un fotógrafo capta el momento. Cientos de coches circulan por encima del puente parece que hay más coches que carretera pero todos se organizan en un acuerdo de prioridades para evitar accidentes. Corredores, ciclistas y peatones dan color y sudor a las aceras Mientras la torre de la caja se levanta como un gigante que todo lo vigila hay que la levantar la cabeza para mirar su infinito techo pero a mi se me va la vista a lo pequeño a ese candado sellado para siempre en la barandilla con el nombre de María y de Pedro. Me gustaría ser poeta y poder escribir lo que siento pero solo cuento lo que veo. Me gustaría ser crítico y hablar de la diferencia entre una orilla y la otra,del tráfico, del poder del dinero pero en esta tarde no quiero que nada interrumpa la paz que me produce la estampa nublada de un rio que en el fondo guarda la llave de un candado pequeño.