Este año abril llega sin poesía. Un abril con el dolor inquietante de la guerra. Un abril de colas. Colas en corredores humanitarios que facilitan que miles de personas dejen sus casas bombardeadas por las decisiones de políticos sin alma. Colas en las gasolineras para ahorrar algo en estos tiempos oscuros donde cada día las cosas son más caras y los sueldos más cortos. Colas en los lavaderos de coches para limpiar una calima rara, quizás asociada al cambio climático. Domingos de colas en los negocios de los pollos asados. El único capricho que se permiten algunos después de trabajar durante toda la semana, el que más horas trabaja es el que menos cobra. Y una palabra nueva para un engaño legal “reduflación” mismo envase, mismo precio, pero menos cantidad en el interior. Llega el periodo de impuestos. Rodaje del coche, el ibi, la declaración de la renta, algunos tienen el añadido de la comunión. En la religión de la pobreza se celebra el inicio de la eucaristía con despilfarro. Todos los padres participan, los que pueden y los que no. Si es necesario se endeudan con un préstamo o se quedan sin vacaciones para que sus hijos no sean menos que los demás. Trajes, adornos, restaurantes, fotografías a precio de obra de arte. Valor y precio en arte es algo difícil de tasar, de entender. En Arcos se exponían una obra compuesta por una coliflor, un plátano, un racimo de uvas por 8.000 euros.
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Abril con colas en los cajeros de los bancos, porque dentro ya no quedan trabajadores para atender, solo están en sus despachos los cargos directivos estudiando la manera obtener más beneficio. Vamos a tener que volver a cobrar en mano como aquellos veranos de los 80 en los que trabajaba cogiendo fruta y donde pagaban los sábados en metálico. El manigero se subía al remolque del tractor, nos iba nombrando uno a uno para darnos el sobre con el sueldo.
En este abril también se ha acabado el Covid. Nos acostamos un domingo con él virus pululando por todas partes y al día siguiente había desaparecido de nuestras vidas, ya no había confinamientos, ni test de antígenos, ni bajas laborales…
Colas en abril, flores en los campos, amapolas y margaritas vuelve a salir para poner sabor a un mes colorido que este año se presenta en blanco y negro. Un abril que duele en los ojos, en el alma y en los bolsillos. Un abril donde el mar y la montaña vuelven a quedar lejos.