A los que nos gusta escribir no podemos evitar hacer un articulo de navidad en diciembre. Un mes dulzón y recurrente que comienza con la negación de seguir todos sus pasos y se va con doce uvas empapadas en champán.
“¡No me gustan las Navidades!” Afirmamos con rotundidad muchos de los que un día aparecemos en la comida de los compañeros de trabajo con un gorro, una nariz de payaso y un collar de papeles de colorines alrededor del cuello animados por la minifalda y las medias negras de la chica que ha venido ha realizar la sustitución de las Pascuas. Llenamos el vaso una y otra vez como si tuviéramos un hígado de 20 años, como si mañana no existiera, olvidándonos de que en casa nos espera la rutina de un miércoles cualquiera, pero ante la risa de la muchacha y ese cuerpo joven que cualquier movimiento que haga, por mojigato que sea, parece una provocación obscena, nos venimos arriba con la misma facilidad que nos vendremos abajo cuando estemos en la puerta de casa con la llave en la mano.
Ella solo busca la empatía con el compañero mayor del curro, solo pretende ser amable por si el próximo año cae otra sustitución antes de hacer el enésimo máster. A nosotros, que hace mucho que nadie nos sonríe con una boca tan carnosa, seguimos llenando el vaso más de lo que lo hemos hecho el resto del año. Diciembre esta diseñado para besarse entre padres, hermanos, suegras y cuñados pero nunca con la muchacha sustituta de la minifalda. La magia de la noche se acaba cuando se impone la inevitable realidad y llega el novio, entonces, igual que el toro se va vencido a la barrera, nosotros, nos acodados en la barra buscando con la mirada una banqueta para sentarnos. Nos vamos a casa atravesando el hostil mirador público de las calles del casco antiguo, nos encontramos con otros tan respetables y serios como nosotros que aún conservan restos de de la noche: una nariz, un gorro de papa, Noel… y a los que saludamos con el protocolo propio de las personas formales, con seriedad nos damos las buenas noches o estrechamos manos aunque preferimos un adiós escondido entre el cuello alzado del abrigo. Lo peor es encontrarnos con los que no han tenido comida ese día. y no llevan la camisa por fuera, ni les brillan los ojos y no caminan como si hubieran estrenado unos zapatos masai mbt. La navidad no ha hecho nada más que empezar y los siguientes días no serán iguales al de hoy. mujer niños cuñados y suegra formaran el paisaje del próximo medio mes donde se acabaron las salidas en bicicletas, tardes silenciosas de lectura, el sillón con el periódico,el fútbol de los domingos, se acaba la paz en el mes de la paz y en muchos casos el amor en el mes del amor.