Las nanas (también llamadas en Iberoamérica arrullos, canciones de cuna, cantos de arrorró, rurrupatas, etc…) forman parte de la tradición de prácticamente todas las culturas del planeta. Son canciones breves, canciones para los niños y no canciones de niños, a menudo impregnadas de melancolía, destinadas a dormir dulcemente a los niños y niñas cuando éstos no quieren hacerlo, como dijo García Lorca en una conferencia en 1928: “Hace unos años, paseando por las inmediaciones de Granada, oí cantar a una mujer del pueblo mientras dormía a su niño. Siempre había notado la aguda tristeza de las canciones de cuna de nuestro país; pero nunca como entonces sentí esta verdad tan concreta. Al acercarme a la cantora para anotar la canción observé que era una andaluza guapa, alegre sin el menor tic de melancolía; pero una tradición viva obraba en ella y ejecutaba el mandado fielmente, como si escuchara las viejas voces imperiosas que patinaban por su sangre. Desde entonces he procurado recoger canciones de cuna de todos los sitios de España; quise saber de qué modo dormía a sus hijos las mujeres de mi país, y al cabo de un tiempo recibí la impresión de que España usa sus melodías para teñir el primer sueño de sus niños”. Federico García Lorca (conferencia sobre nanas infantiles)
Los primeros miedos que el niño recibía sorprendentemente se daban en el momento íntimo del arrullo y eran suscitados por la arrulladora que los utiliza para provocar el sueño. Era un recurso más de los muchos que usaban ante la impaciente labor de dormir al bebé, para ello había creado una serie de figuras a las que evocaba cuando el crío no quería dormir. Estos intermediarios aparecen en las letras de muchas nanas y han sido utilizados generalmente por numerosas culturas, a pesar de que las canciones de cuna son las primeras manifestaciones poéticas y musicales que la criatura recibe. Incluso antes de que se establezca el diálogo entre adulto y bebé, ya aparecerán estos pequeños poemas con música.
De todos los asustadores, quizás el principal y más generalizado dentro de nuestra cultura sea el “coco”. Una de esas figuras a las que recurre la arrulladora para conseguir el fin de las nanas que es dormir al niño. Hemos localizado dos cancioncillas que contienen dicho ente represor en Puerto de Santa Cruz (Cáceres), aunque por su popularidad bien podrían ser de cualquiera otra población extremeña e incluso hispana. El contenido de ambas es semejante, como podemos comprobar: “Duérmete , mi niño, que viene el coco y se lleva a los niños que duermen poco. Duérmete, niño, duérmete ya que viene el coco y te comerá”.
Puede parecernos desconcertante que precisamente en las nanas se hayan incluido algunos elementos amedrentadores, pero parece ser que estos miedos suelen tener como finalidad llamar la atención de los niños y niñas ante situaciones extrañas o peligrosas. De alguna manera pretende reforzar los vínculos maternos o con las personas mayores que entonan este canto y reducir así el riesgo infantil. Se intenta educar al niño para que pueda protegerse de los peligros que acechan tanto a su integridad física como psicológica.