La Tarara es una canción de corro de origen sefardí que Lorca recopiló en 1931 para el disco que grabó con la Argentinita. Cuentan que cuando Federico estuvo en Nueva York fue incapaz de aprender la lengua de Shakespeare pero que todos le conocían como el español que tocaba el piano. Se hizo muy popular durante nuestra guerra civil con una versión diferente de la letra, incluso las tropas “moras” que ayudaron a Franco en su rebelión, aprendieron esta canción en el campo de batalla y siguieron transmitiéndola como algo suyo a sus hijos y nietos, convirtiendo esta canción popular española en otra canción marroquí. Ha sido versionada por músicos de la talla de Camarón de la Isla en “La leyenda del tiempo”, Antonio Vega, Joaquín Díaz, Rafael Calvo, Nuevo Mester o Ismael y La Banda del Mirlitón, los primeros músicos que popularizaron la canción en los años 60 a través de la televisión.
El término tararear no deriva directamente de esta canción pero sí que tiene una relación directa con la palabra ‘tarara’ que se utilizaba para identificar a una persona que está loca o tiene poco juicio. Muchos eran los “tararos” que cuando cantaban lo hacían sin ritmo alguno, obviando gran parte de la letra o de forma ininteligible, por lo que a esa forma de canturrear se la comenzó a conocer como ‘tararear’ (cantar como lo hace un loco). Con el tiempo se popularizó el término y se utilizó también para señalar a esa forma de cantar, entre dientes y sin articular palabras, que realizaban las personas cuerdas. Pero sobre el origen etimológico de tararear también podemos encontrarnos con quien defiende la teoría (nada descabellada) que señala que proviene del término ‘tararí’, que es como se le designaba al ‘toque de trompeta’ u otro instrumento de viento y por lo tanto, la imitación de esa música sin la utilización de palabras pasó a ser conocida como ‘tararear’.
La canción nos habla de una mujer loca (tarara) que se pasea por los campos bailando, como todo texto sometido a la tradición oral podemos encontrar inumerables versiones;
“Tiene la Tarara unos pantalones que de arriba abajo todos son botones Tiene la Tarara en su casa un gato que come lechuga de segundo plato… Baila la Tarara con bata de cola y si no hay pareja bailotea sola….
Tiene la Tarara un dedito malo que curar no pude ningún cirujano….”
Infinidad de canciones se podrían recoger de nuestros pueblos nos dejarían atónitos al comprobar la imaginación de la que disponían nuestros antepasados para pasar sus ratos de ocio, pero conociendo el genio del poeta no es casual que Federico escogiera precisamente estos versos en los que la protagonista parece desafiar las normas establecidas, aunque esto la convierta en objetivo de burlas por parte del vecindario. Lorca reivindica una vez más la persona excluida, marginada, la incomprensión del universo femenino en una sociedad patriarcal. En aquellos tiempos los mozos tenían sus rondas nocturnas, en las cuales se dejaba claro qué mozas eran sus preferidas o las que intentaban cortejar, pero las mozas no disponían de este tipo de prebendas por lo que tenían que aprovechar cualquier manifestación lúdica o festiva para interpelar a los mozos que merodeaban por los lugares donde ellas se estaban divirtiendo, por este motivo muchas canciones de corro juegan con la idea de la boda o el noviazgo, como ocurre en “el patio de mi casa”( H, i, j, k, l, ll, m, a que si tú no me quieres otro niño me querrá).
Esta otra habla un poco sobre aquella vieja costumbre del casamiento por conveniencia que tanto se practicaba en el medio rural ,también entre la burguesía y la aristocracia. Una de sus expresiones más duras se puede encontrar en el teatro de Lorca, Bodas de sangre, en el que la madre le dice a otro hombre algo así como: “casemos a tu hija y a mi hijo para que tengan muchos brazos para arar la tierra“. Podríamos preguntarnos realmente si hablan de personas o de mulas.
Me casó mi madre chiquita y bonita
con unos amores que yo no quería.
La noche de novios entraba y salía,
Le seguí los pasos por ver dónde iba,
y le veo que entra en “cá” su querida….