La canción “Brothers in Arms” es un alegato contra la guerra y los conflictos que ocupaban las portadas de los diarios allá por 1985; la guerra del Salvador, Nicaragua y el conflicto de las Malvinas. Hoy se cumplen treinta y un años de la publicación de este álbum con el que Dire Straits mostró por primera vez al mundo cómo sonaba un compact disc (CD) y lamentablemente esta canción sobre lo irracional de la guerra continúa estado de máxima actualidad. Los últimos datos sobre el número de refugiados en el mundo nos recuerdan que hay más de 50 millones de personas que están desplazadas por culpa de las guerras. Es la cifra más alta desde la Segunda Guerra Mundial y la mitad de ellos son niños que sólo pueden aspirar a sobrevivir.
La letra de la canción juega con la ambivalencia de la palabra “arm” en inglés que puede significar arma o brazo. En la primera estrofa el concepto “brothers im arms” se refiere a hermanos enfrentados, que usan las armas unos contra otros. En la segunda parece aludir a “hermanos de armas“, hermanos que luchan juntos, hombro con hombro. Pero la última estrofa podría referirse a “hermanos en los brazos“, es decir, que estamos locos por hacer la guerra contra nuestros propios hermanos, hijos de la misma humanidad. La posición del texto varía desde la fría distancia al situarse en bandos diferentes en la primera estrofa, en el mismo bando en la segunda, hasta la plena empatía en la última.
Parece que no hemos aprendido nada, las guerras, como la de Siria, continúan y se perpetúan. A pesar de que estamos en pleno siglo XXI, inmersos en las innovaciones tecnológicas y la interconexión mundial, con enormes avances en las ciencias, en los derechos humanos, sociales y políticos. Como nunca antes disponemos de información en tiempo real, pudiendo ver y escrutar desde el ADN del interior del cuerpo humano, hasta un alfiler en cualquier parte del mundo gracias a la enorme red de satélites geoestacionarios. Podemos ver, en vivo y directo, cualquier acontecimiento mundial, mostrándonos la riqueza de la diversidad de cultural, religiosa y artística de los habitantes del mundo. Pero estos son logros excepcionales de los que también se aprovechan los “señores de la guerra”, ellos controlan los hilos del poder, generando y estimulando el odio y la violencia. No hemos podido erradicar del ADN humano el egoísmo, las ambiciones y el odio y hacia los otros. Las miserias humanas subyugan la voluntad del bien y quienes debían velar por nuestro bienestar han impuesto sus ambiciones de poder, sus intereses políticos, atizando el odio y promoviendo las guerras y las divisiones entre los pueblos.
En palabras de Martin Luther King: “La verdadera paz no es simplemente la ausencia de tensión: es la presencia de justicia”; “Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”; “Tengo un sueño, un solo sueño, seguir soñando. Soñar con la libertad, soñar con la justicia, soñar con la igualdad y ojalá ya no tuviera necesidad de soñarlas”.